“Mauro Terán generaba acuerdos… ¿Qué tiene de malo eso?”, dijo el alcalde Rodas. Hizo la misma pregunta que hace un chico cuando rompe una regla sin la menor conciencia de ello. En el caso de Rodas, ¿sin conciencia de lo público como ámbito específico de su gestión?
Porque lo público es parte de lo colectivo, lo que nos pertenece o representa a todos(as), y surge con la constitución del(la) ciudadano(a) como sujeto político universal. En referencia a lo público-estatal –v.gr., el Municipio de Quito-, este se erige en un espacio de generación de políticas en función de un acordado bien común, regido por una normatividad, en cuyo marco las decisiones son adoptadas por una autoridad legítima, lo que garantiza el blindaje de la gestión pública a la discrecionalidad e intervención de intereses particulares o con ánimo de lucro, reñidos con el común.
Esto es justamente lo que parece no entender el alcalde Rodas en su gestión. Más bien ha creado las condiciones para la correría de intereses privados y su intervención ilegítima en las políticas, estrategias y decisiones del Municipio concernientes al interés general de la ciudadanía quiteña. Ahora resulta que no solo era Terán el actor informal, sino que había varias personas participando en las ‘negociaciones informales’ para la contratación del Metro de Quito, de acuerdo a un listado entregado, como si nada, por el gerente de esta empresa a las y los concejales en la reciente sesión extraordinaria del Concejo. ¿Es que la transgresión está tan normalizada que no se dan cuenta?
Pero la incomprensión de Rodas va más allá. En su defensa argumenta que las actuaciones de Mauro Terán al interior del Cabildo fueron “en el ámbito político y no administrativo”, añadiendo, “no me parece adecuado que una persona que se dedica a dar criterios, opiniones políticas sea parte del rol de pagos de una institución administrativa”. Aquí sorprende el Alcalde, ya que reduce al Municipio a una entidad meramente administrativa, es decir, técnica, borrando de un plumazo su realidad de aparato de poder local, de entidad estatal desde donde emana la política y la acción pública hacia la ciudadanía local, en la que lo administrativo solo es la forma legalizada de ejecución de la misma.
En ese sentido, el que Terán haya tratado temas y cumplido roles político-estratégicos, además de representar al Alcalde en negociaciones de contratos y con los barrios, y participar en el proceso de toma de decisiones, siendo un particular sin vinculación orgánica al Municipio, es más comprometido aún, pues implica que estaba asumiendo roles de poder que solo pueden ser asumidos por las autoridades políticas del Municipio -Alcalde y concejales-, o sus delegados institucionales. Su presencia, entonces, nos pone de cara a una gestión que da primacía al concepto particular por sobre las reglas del Estado y el acordado bien común.
En suma, esta semana el alcalde Rodas ha confirmado que desconoce el A-B-C de la gestión pública. Y, con ello, ha destruido la poca confianza que le quedaba de la ciudadanía. (O)