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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

Resiliencia, la advertencia (1)

21 de abril de 2015

El aprovechamiento de los recursos naturales renovables (RNR) se caracteriza por su capacidad para restablecer su potencial productor natural después de ser utilizado.

Esta capacidad de recuperación se denomina resiliencia y es definida como la amplitud de la tolerancia de un ecosistema para después de ser perturbado recuperar el equilibrio sin deteriorarse definitivamente. Esta característica es insustituible para la sostenibilidad del manejo de los RNR (Trabajos de Ecología de C.S. Holling 1973).

El umbral de resiliencia, criterio derivado del anterior, es un indicador del límite máximo que puede soportar alteraciones un ecosistema sin desequilibrarse definitivamente y está intrínsecamente relacionado con su capacidad de carga ecológica, determinada por la población de una especie que  pueda soportar un hábitat, indefinidamente sin deteriorar el ecosistema de la cual es dependiente y debería considerarse para establecer la tecnología y modelos de consumo y comercio ha ser utilizado en el hábitat de cuya producción somos dependientes, lo cual significa aprovechar los RNR observando la ley natural de la resiliencia sin sobrepasar su umbral.  

En el Neolítico el hombre inventó herramientas y creó prácticas agropecuarias primarias estableciendo cambios fundamentales de costumbres de vida favorables para su supervivencia aprovechando los RNR, superando la etapa de recolector y cambiando sus hábitos de vida de errante a sedentario. Estas prácticas, que significaron la evolución del desarrollo humano, también ocasionaron efectos ambientales negativos en el medio ambiente, como la salinización de los suelos por efecto de la mala práctica de la agricultura de riego.

En la década del 60, la comunidad científica, preocupada por el deterioro de los RNR y el crecimiento exponencial de la población, formó el Club de Roma, una asociación privada compuesta por empresarios, científicos y políticos, la cual comisionó a un grupo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology la realización de un estudio sobre las tendencias y los problemas económicos que amenazan a la sociedad global. Los resultados fueron publicados en el documento ‘Los límites del crecimiento’ (1972), en el cual se informó que la huella ecológica mundial excedía la capacidad ‘biológica’ de la Tierra.

Los puntos críticos son el agotamiento de los recursos naturales (como las materias primas y los combustibles fósiles), la destrucción y fragmentación de los ecosistemas, la pérdida de diversidad biológica, reduciendo la capacidad de resiliencia del planeta.

En 1992, la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo (segunda Cumbre de la Tierra) en Río de Janeiro, acepta un concepto básico para el desarrollo: la producción sostenible, definida como aquella que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. Lo cual no solamente es una cuestión tecnológica, sino también política, y obedece a los modelos de consumo y comercio adoptados, los cuales deben advertir las leyes naturales de la resiliencia.

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