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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Repudiable

15 de marzo de 2016

Un espeluznante crimen cometido en Barranquilla, Colombia, es motivo de repudio anual, el 1 de marzo, Día Mundial de las Recicladoras y Recicladores, instaurado en su memoria.

En el Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia Política (Cinep / Programa Por la Paz de la Compañía de Jesús, seccional en Barranquilla) encontré el respaldo documentado. Un riguroso texto que me envió su director: El germen social de los falsos positivos: Vidas desechables en venta - Barranquilla 1992.

El hecho ocurrió a la 1:30 de la madrugada del sábado 29 de febrero de 1992, en pleno carnaval, cuando dos recicladores fueron inducidos por los vigilantes de la Universidad Libre a ingresar para recoger cartones. Fueron atacados con garrote y arma de fuego. Uno se fingió muerto, fue encerrado en el anfiteatro, logró escapar y avisar a la Policía. Su denuncia destapó un comercio de órganos humanos que se había montado en el interior de la universidad y que se abastecía de vidas ‘desechables’.

Se abrió la investigación que descubrió once cadáveres en una alberca de formol. Los vigilantes detenidos declararon que los cuerpos eran vendidos a los estudiantes de Medicina, enteros o por partes. Típico crimen en un sistema económico-político que mercantiliza hasta al ser humano.

Catorce empleados de la universidad resultaron implicados; el síndico era quien entregaba el dinero para la compra y uno del grupo de vigilantes era el coordinador, encargado de seleccionar las víctimas, asesinarlas, descuartizarlas y buscar compradores de los cadáveres. El relato culmina señalando que el jefe de vigilancia de la universidad trató de quitarse la vida ingiriendo un frasco de creolina y que, cuando rindió declaración, reconoció que por cada cadáver, que llegaba sin la previa reseña de Medicina Legal, se pagaba 170.000 pesos. Sin embargo, los crímenes quedaron en la impunidad.

Se comprueba, ante todo, que el sistema del ‘falso positivo’ tiene un arraigo social muy hondo y de vieja  data, 23 años de falsos positivos (1988-2011), según el documento.

El padre Javier Giraldo S.J., coordinador de Cinep, concluye: “La existencia de ‘desechables’, una de cuyas expresiones masivas ha sido, en las últimas décadas, el ‘falso positivo’, interpela sobre los verdaderos valores constitutivos de la sociedad y del Estado; aún más, sobre las bases más estructurantes de  nuestra cultura”.

Como ser humano, repudio tan macabro crimen en mi patria, pero a la vez lo hago contra todos los  horrendos crímenes cometidos en la culta Europa en la época nazi, y en la de hoy contra los inmigrantes; contra  los de las dictaduras militares en el Cono Sur de  América Latina; contra el exterminio de indígenas en EE.UU. y en  tantos otros países, contra la violencia de género y la cadena de crímenes de lesa humanidad a través de los continentes. Un mundo solidario tiene que ser posible si nos implicamos todos en su construcción. (O)

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