Pretender reactivar el sector productivo con la reducción de aranceles en materias primas, bienes de capital e insumos y con la dinamización del mercado de valores, es como querer curar una neumonía con dos aspirinas. Esto ya se hizo en 2002 como parte de la Agenda de Competitividad que impulsamos desde el Ministerio de Industrias y Comercio Exterior, y aunque ayudó, no fue suficiente.
La productividad total de los factores determina el crecimiento de la economía. Y esta crece vigorosamente en la medida en que el tejido productivo se mueve de la producción de bienes de baja tecnología hacia bienes con alta tecnología incorporada. Por lo tanto, son necesarias políticas de reactivación industrial que impulsen la transformación y diversificación del aparato productivo hacia bienes más sofisticados. Para lograr esto, la producción debe basarse en la fabricación avanzada. Esto implica incorporar tecnologías en cada uno de los eslabones de la cadena de valor (procesos internos de las empresas) como en todo el sistema de valor (cadenas de relacionamiento entre las empresas de todo un sector industrial).
Robert M. Solow, nobel de Economía 1987 por sus aportes a la teoría sobre el crecimiento económico (1956), sostuvo que el progreso técnico es el factor fundamental de crecimiento y que, sin tecnología, la tasa de crecimiento no varía, cualquiera que sea el ahorro, y estaría limitada al crecimiento de la oferta del capital humano. La innovación tecnológica contrarresta los rendimientos decrecientes, al obtener más producción, con la misma cantidad de capital y trabajo.
La forma de aumentar la producción de bienes sofisticados viene dada por la aplicación de técnicas y combinaciones innovadoras de los factores. Producir bienes sofisticados, no es obra de la magia ni del resultado de una reunión de dos ministros. Un plan de reactivación industrial no debe enfocarse solamente en remover trabas y bajar aranceles, sino principalmente en desarrollar instrumentos que incrementen la productividad y mejorar la eficiencia de nuestros mercados de bienes.
Basta con echar un vistazo a los índices de competitividad del Foro Económico Mundial en el que Ecuador apareció este año en el lugar 97 de 137 economías, para darse cuenta en qué debemos mejorar: eficiencia de nuestros mercados de bienes, productividad de nuestra fuerza laboral, sofisticación de las empresas, y en nuestra capacidad innovadora.
Volver al arancel cero en materias primas, bienes de capital e insumos y dinamizar el mercado de valores, sí. Pero más importante es crear entornos donde las industrias tengan fácil acceso a la tecnología, a cadenas logísticas, a mano de obra calificada y a la innovación. (O)
