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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

¿Postcorreísmo?

21 de septiembre de 2015

Ese post es el intento de varios sectores de oposición tanto de las derechas como de la izquierda precipitada por saber por dónde ir hasta 2017. Todos coinciden en que su enemigo es el correísmo -no es claro lo que quieren significar con eso- y como tal deben aniquilarlo como sea posible. Unos quieren quebrar al régimen de manera urgente antes de 2016 porque su orgullo ha sido tocado. Algunos quieren quebrar la Constitución y terminar con cualquier posibilidad de una sociedad centrada en redistribuir la riqueza social. Otros quieren acabar con el modelo actual para rápidamente retornar al neoliberalismo.

Ven en la crisis económica internacional y sus repercusiones en Ecuador su gran oportunidad de vender sus lentejuelas economicistas del libre mercado. Hay un segmento de creyentes que ve en el post la heredad de una izquierda estalinista autodenominada popular.

Esta quizás es la más interesante psicosocialmente por su esquizofrenia política. Algunos de sus militantes son aquellos que en los noventa se declararon ‘postmodernos’; cultores del new age, de una liberación corpórea centrada en un hiperculturalismo sin política; como cayó la Unión Soviética ya nada importaba; bueno, como podían ser post sin trabajar: ¡viva la vida! De aquellos también salieron los creyentes de que Lucio Gutiérrez era el Chávez criollo, el ‘Che’ Guevara del siglo XXI y que los indígenas, su imaginario, eran la quinta esencia moral del Ecuador profundo. Un indigenismo novelesco donde recreaban y recrean una militancia de fin de semana al mejor estilo del realismo mágico… con chuchaqui y todo. Su posición es que cualquier forma de Estado que no esté en manos de ellos es burgués. Punto. Recurren a un materialismo dialéctico sin dialéctica donde las categorías pueden aguantar todo.

Parten de que su quehacer político es puro, sensible y racional. Postcoloniales a ultranza, pero sobre todo ‘andinos’, por sobre los 2.800 msnm. Defensores de que el problema de la humanidad es la propiedad privada, que tiene que ser erradicada, aunque ahora usufructúan de las que han acumulado. Se autodefinen como populares, de izquierda: expresión propia del movimiento social y sindical. Son la clase obrera por antonomasia y que la derrota de Rafael Correa, del correísmo, será en las calles y que de ellas emergerá el ‘gobierno popular’. De hecho -por su adelantada mirada política- ya andan pensando en quién asumirá la ‘vacante’.

Tienen fe de que serán las “masas (…) y sus representantes (ellos mismos) convertidos en sujetos protagonistas de la sociedad; pues definirán, planificarán, ejecutarán, controlarán y evaluarán las políticas públicas”.

¡Contundente Unidad Popular! Esquizofrenia política por un rasgo puntual: pérdida del contacto con la realidad histórica y política del país. Este segmento opositor junto al bancario es el que más le teme a las enmiendas, a la reelección de autoridades por una simple razón: temor al pronunciamiento del poder constituyente, el pueblo. Si el pueblo no les da la razón en las urnas es que es víctima del ‘neo’ populismo y hay que liberarlo, les guste o no. Porque son posdemócratas. Punto. (O)

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