La red de servicios médicos del sistema nacional de salud aún no se organiza porque hay dos problemas que lo impiden. Aquí se proponen sus causas. El primero es la falta de coordinación entre el Ministerio de Salud (MSP) y el Instituto de Seguridad Social (IESS), y el segundo, la falta de relación entre los servicios ambulatorios y hospitalarios, es decir la referencia y contrarreferencia entre ellos.
El Artículo 360 de la Constitución ecuatoriana establece: “La red pública integral de salud será parte del sistema nacional de salud y estará conformada por el conjunto articulado de establecimientos estatales, de la seguridad social y con otros proveedores que pertenecen al Estado; con vínculos jurídicos, operativos y de complementariedad”. Aunque en el artículo se repite dos veces la palabra ‘salud’, el mismo, y por lo tanto la red, se refiere a los servicios para diagnosticar y curar las enfermedades. Se trata de la red de servicios médicos del MSP, IESS, y los Institutos de Seguridad de las Fuerzas Armadas (Issfa) y de la Policía (Ispol).
Los dos primeros constituyen las más grandes instituciones nacionales y, de coordinarse, garantizarían el sistema universal, de calidad y sin costo directo del usuario. Los dos últimos seguros constituyen solamente el 3% de la red.
La falta de coordinación entre el MSP y el IESS es política: apenas se habla del tema aparecen los afiliados al Seguro Social Campesino (SSC), que es parte del IESS, o los afiliados o jubilados del IESS a reclamar, con los intereses políticos que se hallan atrás, que son ‘sus’ instituciones porque se financian con ‘sus aportaciones’, y, entonces, se entorpece la coordinación porque las autoridades políticas no se atreven a optar por definir el sistema nacional de salud.
La falta de referencia del ambulatorio al hospitalario, que es el grave problema de los hospitales del MSP y del IESS, se debe al prestigio de los hospitales por tener a los especialistas, mientras el ambulatorio es de poco prestigio. Los pacientes que requieren una cama deben ir a solicitarla directamente al hospital. El prestigio de los especialistas hospitalarios (que además son los que forman en las facultades a los médicos generales) radica en que solo ellos ingresan a los pacientes. Si al médico del ambulatorio se le da el prestigio de ingresar sus pacientes al hospital, como debe ser, la población iría primero a ellos. (O)