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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Por la democracia y el progreso social

16 de septiembre de 2015 - 00:00

La Revolución Ciudadana tiene que ser leal a sus principios y planes, y consecuente con las mayorías que le han dado todo apoyo; por tanto, sorteando la difícil coyuntura económica, debe actuar con serenidad y firmeza, para cubrir los objetivos de equidad y justicia social en democracia y paz.

Hay un acumulado histórico de alta concentración del ingreso y riquezas en el país, de vergüenza y terror, producto del sistema de explotación. Ha ido cambiando con la acción del Gobierno y sus políticas redistributivas, a través de lo tributario, recuperación del petróleo y uso racional de los ingresos para la inversión social en beneficio de los pobres.

Otros  datos tenebrosos. En 1995, el 15% de los trabajadores vivía con un dólar por día. Al momento es el 5%.

A finales de 2000, tras el atraco bancario, el 20% más pobre de la población tenía apenas el 5% del ingreso nacional; y el 20% más rico disponía del 51,7% del mismo. En plena dolarización, la tendencia se agudizó. Apenas 85 personas ricas tenían más ingresos que 3,5 millones de pobres; y tan solo 278 personas pagaron el 35% del impuesto a la renta, por un total de $ 1.493 millones. El 2% de familias posee el 90% de las grandes empresas.

En cuanto a la distribución de la tierra, el 5% de grandes latifundistas concentran el 52% de la propiedad de la tierra agrícola, mientras el 60% de pequeños propietarios tenía apenas el 6,4% de ella.

Con todo esto es imposible no impulsar la redistribución de la riqueza y el ingreso. Por cierto que es necesario, considerando la actual difícil situación, ir por etapas, redefiniendo planes y ajustando los proyectos de ley, con visión global, con etapas claras: definiciones, eficaces diálogos, capacitación y elevada conciencia, difusión y explicación eficiente; señalando con claridad, y haciéndolo efectivamente, que los ingresos tributarios deben estar en proporción de los ingresos, y se destinarán a través de subsidios, obra pública, programas y servicios, en beneficio de los pobres y sectores medios, que no serán afectados.

Es necesario para el progreso que la propiedad de la tierra se democratice en beneficio de quienes la trabajan y con metas de incremento de la producción y productividad; que la reforma urbana evite la especulación y el acaparamiento de la tierra.

Que se requieren inversiones y financiamiento de todo tipo, por supuesto; que hay que establecer reglas, controles y seguridades, sin dudas, lo que no significa -como algunos pretenden- ni cambio de modelo ni vuelta al infierno neoliberal.
Estabilidad política y respeto a la democracia son necesarios, por tanto, se impone firmeza y rechazo frontal a la politiquería, conspiración, violencia y golpismo, marco en el cual se anuncia, a espaldas del pueblo, un nuevo paro. (O)

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