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El Telégrafo
César Paz-y-Miño

Peripecias de la investigación ecuatoriana (IV)

01 de febrero de 2015

8) Problemas en las patentes. Como país podríamos encontrar nuevas aplicaciones de productos químicos o fármacos ya existentes, lo que se llama reposicionamiento de patente, pero la  inexperiencia estatal nos bloquea. Tenemos convenios internacionales, seguramente firmados por no científicos, que nos impiden patentar nuevas aplicaciones. En el mundo se está haciendo justo esto para lograr ganancias farmacéuticas; pero los ecuatorianos nos ponemos la soga al cuello.

9) Controles. A los investigadores nacionales nos ponen todas las trabas posibles; ahora se inventaron los permisos de investigación, permiso del permiso y control de cada permiso. En cambio, los extranjeros vienen, sacan muestras, hacen experimentos fuera, publican (las bases de datos mundiales dicen quiénes son), patentan, y las autoridades competentes ni se enteran o nada hacen al respecto. Esto es el biopirateo, real e impune. En alguna ocasión que reclamé por esto a un investigador extranjero, me respondió: “ese es un problema de tu país, no del mío”.

10) Solapamiento de la investigación real. La evaluación de las universidades y facultades de Medicina muestra un fenómeno especial: para cumplir con las reglas, las universidades realizaron convenios de “publicación” con instituciones extranjeras, con lo cual los méritos reales de la investigación se llevan, casi siempre (90%), los extranjeros, pero los ecuatorianos quedamos contentos por el simple aparecimiento del nombre de la institución tal, o del investigador cual en la interminable lista de coautores. Esto es falsear la investigación ecuatoriana y engañar sutilmente a los evaluadores, quienes también se conformaron con esos datos. Importa más el número que la calidad de los resultados. Esto perjudica la imagen nacional.

11) Diferencias salariales entre extranjeros y ecuatorianos. Aunque la ley dice que a igual trabajo, igual remuneración, por alguna razón no entendible, están mejor cotizados los investigadores extranjeros que los nacionales, no importa si tienen igual título y similar currículo. A los Prometeos, muchos de los cuales no están haciendo investigación, según afirman, se les paga más; y su aporte parecería limitado si vemos cifras de su producto. Menciono nuevamente que si hicieran investigación, deberíamos tener al menos 861 (número de Prometeos) artículos científicos, y esto no ocurre.

Quizá reorientando la visión sobre estas peripecias, podamos hacer investigación experimental seria, no solo de presencia internacional, sino de impacto mundial.

 

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