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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Perfil de Viviana, aspirante a la Alcaldía

15 de febrero de 2014 - 00:00

Una frase alocada me indujo a pretender el diseño del perfil, no de la candidata a un certamen de belleza, sino de una joven y talentosa aspirante al sillón de Olmedo, Viviana Bonilla Salcedo, que asume el reto de enfrentarse al representante del último bastión de la oligarquía en la ciudad de los próceres octubrinos. Nadie, ni el más osado de los dirigentes partidistas, se ha atrevido a soslayar la presencia altiva de la mujer en el concierto de la administración pública y política de las naciones del orbe.

Hoy, con su destacado rol y aporte valioso en las diversas manifestaciones de la actividad humana, se convierte en hito del reconocimiento universal. Quizás, Viviana, con su elegancia física, sus dotes espirituales y simpatía, habría logrado éxito en alguna contienda de belleza, pero por su formación académica en la facultad de Derecho de la Universidad Católica de Guayaquil y su anhelo de servir a sus semejantes, se ubicó en la izquierda revolucionaria, siempre como líder en defensa de los derechos de otros. Incursionó en la política  universitaria y alcanzó la vicepresidencia de la Asociación de Estudiantes de la facultad de Derecho de la UCSG como binomio de Nicolás Issa Wagner. Por su intensa actividad  en defensa de los derechos estudiantiles y mejoras académicas, se convirtió en importante líder del sector. En esas circunstancias históricas, Viviana se incorpora a PAIS y se adhiere a la campaña presidencial de Rafael Correa Delgado y con ese triunfo electoral se proyecta a la función pública.

Por su disciplina, eficiencia y fervor al trabajo, es seleccionada como candidata a asambleísta. Se libraba otra batalla  por el control político del Estado. Rafael Correa  resulta reelegido en jornada libre y democrática y Viviana se integra a la Asamblea Nacional. Adquiere experiencia y, por su firme convicción en los postulados de la Revolución Ciudadana, es invitada para ejercer la Gobernación del Guayas. Como ejecutiva provincial conoció en su amplitud los problemas que soportan los sectores sociales postergados. En su visita a los barrios pobres de Guayaquil comenzó  a pensar “en una vanguardia para el bicentenario”, y qué mejor para hacerlo como su alcaldesa. Y tomó la decisión histórica, aceptar la postulación atendiendo el llamado de su interior y de Alianza PAIS: servir a su ciudad y con ello a la patria, porque Guayaquil está en la patria; Viviana se identifica como defensora de los derechos de los animales y se pronuncia contra el aborto. Es casada y aún sin hijos. En su  campaña electoral difunde propuestas realizables, concordantes con el plan de gobierno y básicamente su anhelo es crear una ciudad segura y de apertura a las oportunidades para todos, una ciudad de paz, de obras completas para los barrios pobres, empleos, pero sin garrote.

Viviana no insulta ni agrede con palabras al adversario, no grita: Guayaquil es mío, solo mío; no manda a romper propaganda del rival y no da regalos a estudiantes con dinero ajeno a cambio de votos. A diferencia de otros, no se angustia por el resultado electoral del 23 de febrero. El voto popular es el que decide. Viviana ama al prójimo, es leal a sus principios y no ha aprendido a odiar. El amor y lealtad engrandecen al ser humano. “El odio es la venganza del cobarde intimidado”.

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