Ecuador, 16 de Mayo de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

Orgullo

29 de junio de 2016

El cadáver de un joven guionista de televisión guayaquileño aparece en la vía Durán-Yaguachi, veinticuatro horas después de su misteriosa desaparición. Aunque todavía se está en investigaciones, se sospecha que es un delito de odio, relacionado con la homofobia.

Hace pocos días vimos con horror cómo un hombre desquiciado arremetía a tiros contra los asistentes al bar GLBTI Pulse en Orlando, Estados Unidos, provocando la más grande y terrible matanza ocurrida en el país del norte, en donde se ha producido un tiroteo diario en lo que va del año.

La pregunta es simple: ¿por qué? Las orientaciones (que no preferencias ni opciones) sexuales diversas en la especie humana no son un asunto de los últimos tiempos.

Desde épocas inmemoriales han existido personas que se han sentido sexual y afectivamente atraídas por otras y otros de su mismo sexo. El arte y la literatura documentan ampliamente estas situaciones, a veces de un modo velado y otras veces, dependiendo de los niveles de conservadurismo de la época, con algún velo de crítica o moralismo.

Creemos estar viviendo en un tiempo de apertura y tolerancia ante las diversidades. Sin embargo, acontecimientos como el de Orlando o Guayas nos hacen dudar de si realmente es así. ¿Por qué asesinar a alguien que pertenece a la comunidad GLBTI? ¿Cuál es el móvil verdadero de este tipo de acciones? ¿El asesino o los asesinos piensan, acaso, con una ingenuidad rayana en la estupidez, que van a desaparecer así la diversidad en las orientaciones sexuales sobre el planeta?

Grandes personajes en la historia de la humanidad han tenido preferencias sexuales diversas: científicos, artistas, escritores, músicos y hasta políticos. Algunos de ellos han sufrido el injusto castigo por su condición, por ejemplo, los escritores Oscar Wilde o Federico García Lorca. Otros se han autoinmolado en la desesperación de no ‘encajar’ en un mundo que parece haber sido escrito en una cuadrícula: el genial músico ruso Piotr Ilich Tchaikovsky o el científico británico Alan Turing.

En este mes, el mes del orgullo GLBTI, hemos visto una masacre y un asesinato individual que contristan el corazón de la gente de buena voluntad. Cuánto nos falta todavía para convertirnos en seres humanos que calcen en la exacta definición del término.

El legado de Xavier Hidalgo, el guionista asesinado en la Costa, se resume en estas estremecedoras palabras dichas tras la masacre de Orlando: “Me queda claro que cualquier pretexto es bueno para matar, torturar, desmembrar, mutilar, violar, invadir, prohibir, señalar, acusar; me queda claro que el hombre tiene sed de sangre, lleno de odios, resentimientos, venganza; el pasado fue horrible, el presente, asqueroso; y el futuro, desolador… Hombre es sinónimo de dolor; aquí me quedo, seré la voz de los que se fueron”. Una voz que, precisamente por la violencia con que se pretendió acallarla, resonará sin fin en la mente y el corazón de quienes sabemos que la vida es mucho más que la orientación sexual de una persona o comunidad, aunque también es eso, y el orgullo de saber y de ser lo que se es, con serena aceptación y sin pacaterías ni miedos insolentes. (O)

Contenido externo patrocinado