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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Orden Ejecutiva 13692

11 de marzo de 2016 - 00:00

El presidente Barack Obama, el 8 de noviembre de 2015, declaró ‘emergencia nacional’ por considerar que la República Bolivariana de Venezuela constituye “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”. Hace pocos días, la Orden Ejecutiva 13692 ha sido prorrogada por un año más. El pretexto esgrimido para tomar esa decisión es que “la situación en Venezuela no ha mejorado”. El libreto continúa con las ya conocidas acusaciones sobre supuestas violaciones a los derechos humanos, restricciones a la libertad de prensa, arrestos arbitrarios de opositores políticos y un largo etcétera, que se atribuyen al Gobierno de la Revolución Bolivariana.

La decisión del presidente Obama demuestra nítidamente que la abierta intervención en los asuntos internos del pueblo venezolano no ha variado. Demuestra que el objetivo de derrocar a la Revolución Bolivariana se mantiene vigente. Esta acción está coordinada con la oposición interna que desde el parlamento pretende “acortar el período de Nicolás Maduro”. Henry Ramos Allup, actual presidente de la Asamblea Nacional, es afiliado al partido Acción Democrática, que junto al partido Comité de Organización Política Electoral Independiente (Copei) firmaron el vergonzoso Pacto del Punto Fijo para alternarse en el poder. Dicho acuerdo fue suscrito el 31 de octubre de 1958, pocos meses después del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez. Fueron estos dos partidos los que masacraron al pueblo venezolano durante el denominado ‘Caracazo’. En efecto, del 27 de febrero al 3 de marzo de 1989 ocurrió un verdadero genocidio; esta acción fue la expresión extrema de la violencia ejercida por el Estado burgués en contra de los sectores populares. El pueblo venezolano se rebeló contra el neoliberalismo y las recetas económicas impuestas por el FMI. Estos dolorosos acontecimientos ocurrieron durante el gobierno adeco de Carlos Andrés Pérez. Según la cifra oficial, los hechos de febrero y marzo de 1989 dejaron un saldo de 276 muertos. Sin embargo, se localizaron varias fosas comunes y los comités de familiares de las víctimas señalan en 3.000 las personas que fueron asesinadas, cifra que dista mucho de la que fue proporcionada por el entonces ministro de la Defensa, Ítalo del Valle.

El ‘Caracazo’ fue el punto de quiebre de la falsa democracia construida, a espaldas de los sectores populares, sobre el bipartidismo adeco – copeyano que excluyó de la toma de decisiones a las mayorías. En estas circunstancias, se produjo un despertar en la conciencia colectiva que rechazó el ‘paquete neoliberal’ porque contemplaba privatizaciones de empresas y bienes públicos, flotación del dólar, liquidación del régimen de prestaciones sociales que dejaban al pueblo desprotegido frente a una estructura oligopólica, propia del modelo neoliberal.

¿Por qué razón la MUD –en donde hay muchos adecos y copeyanos- no ha protestado contra la Orden Ejecutiva injerencista del señor Obama? Por los últimos acontecimientos, que revelan una cuidadosa planificación, el papel de la oposición interna sería el de generar violencia en las calles y plazas; en suma, generar caos, para justificar una intervención militar estadounidense que ponga ‘orden’ en Venezuela. Queda en evidencia el vergonzoso papel que desempeña la MUD al no defender los intereses de su país y propiciar, abiertamente, una intervención militar extranjera.

Es la hora de la solidaridad de los pueblos de nuestra América con la patria de nuestros libertadores. (O)

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