Con el previsto fracaso del candidato presidencial único de la oposición, la marginación de las ideologías, el personalismo vanidoso de los figurones de la política; la revelación de la riqueza en los paraísos fiscales de los principales de la oligarquía; la reaparición de los oportunistas, la aparente resurrección de la partidocracia y la bronca entre ellos mismos por acaparar posiciones, fortalecen al presidenciable de Alianza País y Frente Unidos, por definirse, y contribuyen a resplandecer más en su luminosidad el liderazgo de Rafael Correa Delgado, insigne conductor de la Revolución Ciudadana y su vasta y valiosa obra social.
Todos los de oposición, contra uno, convencidos, a sí mismos de que, aisladamente, no avanzarán, ni siquiera a la vereda de Carondelet, por la disminuida capacidad y solvencia de sus candidatos como para administrar el Estado ecuatoriano, ensayan deplorables y mañosas alianzas en su intento por llegar a la Asamblea con el apoyo de la prensa comercial, para desde allí, en una supuesta mayoría, perturbar, con fines desestabilizadores al régimen del Buen Vivir.
La prensa privada y sus articulistas de la derecha, en la hora de la emergencia, intervienen y asesoran en el confuso mercado de las fuerzas políticas de oposición e insinúan “un pacto político legislativo” como una necesidad de remover la Asamblea sobre la base de acuerdos mínimos por escrito para asegurar su cumplimiento y que sinteticen: “reformar o derogar la herencia legislativa del correísmo”. Repiten la misma cantaleta de siempre; restablecer la independencia de las funciones del Estado, la libertad de opinión y echar al tacho de basura la Ley de Educación Superior y de Comunicación, fiscalizar todo, pero sin precisar planteamientos alternativos. Evidentemente, ya se destapó la campaña sucia de los contrarios, utilizando los medios privados y correos electrónicos, en su intento por restar votos a los conductores de Alianza País, en la contienda de 2017. Por allí asoman los frustrados insultadores cargados de odio y sin dotes morales, unos ocultos, otros disfrazados, para eludir el imperio de la ley contra los calumniadores y sediciosos.
Como respuesta a los infundios, en este gobierno ha dejado de funcionar el garrote, el sicariato político, el atraco, la persecución y el abuso del poder. Es evidente el ejercicio de la libertad en su amplitud, la pureza del sufragio con la supervisión de organismos internacionales, la independencia de los 5 poderes del Estado y para tranquilidad de los gritones, libertad de los periodistas para expresarse sin censura previa.
Es justo reconocer que los mandatarios de las últimas décadas gobernaron, impúdicamente, para enriquecer más a la oligarquía y se olvidaron de los pobres de la patria; y, obviamente, hoy la oposición repudia la era del cambio, añora el paraíso neoliberal y como última opción, en su lucha todos contra uno, pretende llegar a la Asamblea, en procura por rescatar intereses y prebendas.
Al gobierno de la Revolución Ciudadana, en compromiso con la historia, le corresponde fortalecer la organización de los sectores populares y la unidad con las agrupaciones progresistas para asegurar otra victoria electoral en 2017 y avanzar en el proceso de cambio hacia un mundo mejor con oportunidades para todos, justo y libre de los explotadores. (O)