Ayer se cumplieron ocho años de la llegada al poder (esta vez para ejercerlo soberanamente) del proyecto político de la Revolución Ciudadana.
Es necesario recordar que en la triste y larga noche neoliberal -cuando en Ecuador ‘gobernaban’ los vasallos- se vivió una etapa de privatización y mercantilización. El rol del Estado fue reducido a su mínima expresión. En este contexto, las élites criollas actuaban solamente para la acumulación; no les interesaba -en absoluto- actuar para la inclusión y la redistribución.
Como no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista, el soberano apostó por un joven economista que hablaba claro y ofrecía cambiar las cosas por fuera de los intereses del capital, dando prioridad al ser humano.
Hoy, luego de ocho años de gestión, tenemos un país en el que se aprecian cambios profundos: vasta obra pública, fortalecimiento de las instituciones del Estado, políticas de inclusión y redistribución, un sistema eficiente de recaudación de impuestos (de enero a junio de 2014 el SRI recaudó 6.898 millones de dólares), política exterior soberana que se expresa en una activa participación en la Alba, Unasur, Celac.
El gobierno de la Revolución Ciudadana y sus políticas sociales y económicas hoy son motivo de estudio por parte de académicos de América y Europa. Muchos hablan del ‘milagro ecuatoriano’.
La obra más importante está en el campo educativo. En efecto, están en pleno funcionamiento las escuelas del milenio, varios colegios réplica, las universidades emblemáticas, como: Yachay, Ikiam, UNAE, Universidad de las Artes. Son los centros de estudios para el siglo XXI.
La Revolución del Conocimiento y de las Capacidades sigue en marcha: más de 10.000 estudiantes de pregrado y posgrado están becados en las mejores universidades del exterior. Regresarán a trabajar para generar conocimientos abiertos y públicos que nos lleven al Buen Vivir. Retornarán nuestros becarios para garantizar los derechos de las mayorías.
En la propuesta 8 del Programa de Gobierno 2013-2017 se establece: “Avanzar con la revolución del sistema educativo y científico. La emancipación social implica la revolución de las ideas. La principal inversión para producir el salto cualitativo en la sociedad ecuatoriana es en las capacidades y los talentos de sus ciudadanos. Articular la cooperación de millones de cerebros (inteligencia colectiva) y producir recursos de uso colectivo y democrático al alcance de toda la ciudadanía, los conocimientos basados en la digitalización, en la democratización de la información y en el acceso abierto a las tecnologías en todos los rincones del país. Para ello, fomentamos el desarrollo de la industria local de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) mediante un software libre, que pueda convertirse en un motor importante de innovación para el país. Creemos que los contenidos públicos creados o financiados por el Estado, progresivamente, tienen que pasar a dominio de la ciudadanía”.
En estos ocho años, pasamos del Ecuador de las promesas incumplidas al de los sueños realizados.
