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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

Misión cumplida

22 de marzo de 2016

Bueno es culantro, pero no tanto, parecería que hubiera dicho el presidente Putin al retirar las tropas rusas de Siria, aunque no, todo concuerda con la forma que tienen él, su equipo militar y el de la política exterior de actuar inesperada y eficazmente. Sin pronunciarlo dijeron: Misión cumplida, se detuvo la guerra, queda ahora por resolver un problema mucho más complejo que no puede resolverse por la fuerza: la estabilización de Siria y la conservación de ese país como un Estado unitario.

De esta manera, Putin cumplía con la palabra empeñada de que la operación en Siria sería limitada en el tiempo; que la tarea de Rusia consistía en estabilizar la legalidad existente y en crear las condiciones para generar compromisos políticos a largo plazo; que Rusia no iba a tomar sobre sus hombros obligaciones innecesarias, como es la de llevar a cabo combates terrestres; que debían ser las Fuerzas Armadas de Siria y su Gobierno los encargados de derrotar al terrorismo encabezado por el Estado Islámico (EI); que los rusos no podían ser más sirios que los sirios.

Así, Rusia demostraba su voluntad de combatir al terrorismo, independientemente de si EE.UU. y Europa la secundaban en esta lucha. Se diría que Rusia mató muchos pájaros de un tiro: Fue a detener la guerra, a cortarle la yugular al terrorismo del EI, compuesto por combatientes de 51 países, y lo logró; fue para evitar que el caos se desperdigara por Siria, y lo logró; fue cuando EE.UU. y sus aliados habían fracasado en el intento de debilitar al EI, cuando no pudieron exterminar ese nido de víboras que crecía cual cáncer maligno, por más que lo intentaron. Rusia, en cambio, extirpó sus metástasis y lo hizo retroceder.

La retirada se hizo en un momento tan oportuno que incluso la oposición siria, el mundo árabe y el Consejo de Seguridad la aplaudieron; además, esta medida afianza las negociaciones de la ONU en Ginebra. Como beneficio extra, deja sin argumento a Erdogan y a las monarquías del Golfo Pérsico, que creyeron que Siria se iba a convertir en el Afganistán de Putin. También le ha extendido la mano a Occidente para que colabore en la resolución de los numerosos conflictos que asolan el mundo.

Cinco meses y medio ha durado esta operación contra el EI, que hace mucho le había declarado la guerra sin cuartel al pueblo de Rusia con actos terroristas dentro y fuera de dicho país. Durante este corto lapso, la aviación y la flota rusa lograron destruir la infraestructura económica sobre cuya base desarrollaba el EI su poderío militar y la diplomacia de Moscú logró que se plasmaran en hechos las resoluciones de la ONU sobre la crisis política y social de Siria, que evitan su desintegración y que pase lo que ha pasado en Libia. Fracasó el intento de crear una base perpetua para el terrorismo en esa zona. Por lo pronto, la derrota total del EI queda en manos del Ejército sirio, que ahora reconquista territorios en un país estable.

También hay perdedores: los sectores belicistas de Washington, representantes del complejo militar industrial. Al diablo con ellos. (O)

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