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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

Mentir y manipular para ganar

09 de septiembre de 2016 - 00:00

Ya  hemos dicho, y lo constatamos a diario, que las redes sociales son también una gran cloaca. Sucede aquí y en todo el mundo. Legiones de idiotas las usan para saciar sus más oscuras intenciones. Pero otra cosa es que los políticos -asambleístas, concejales, dirigentes de partidos y de gremios- recurran a la mentira como una herramienta de ejercicio y manipulación política.

El pasado 30 de agosto, por ejemplo, el asambleísta Andrés Páez escribió en su cuenta de Twitter que un vehículo de la caravana presidencial había atropellado a una persona. Lo mismo hizo un periodista de un medio de oposición. Cuando lo que había sucedido era todo lo contrario, la caravana y el presidente Correa, al pasar por el lugar del accidente, se bajaron a ayudar a los accidentados. Y así todos los días. Decenas y centenares de mentiras y afirmaciones falsas que se escriben con un único fin: hacer daño al Gobierno.  

Lo mismo sucedió con el ahora vicealcalde de Quito, Eduardo del Pozo, a quien el Presidente demandó por atentar contra su honra y buen nombre. Reciben sentencia condenatoria y recurren al mismo discurso: convertirse en víctimas y afirmar que son atentados a la libertad de expresión. Calumnian y luego se convierten en víctimas.

Y lo que es peor, ya como parte de la campaña electoral adelantada -que deberá ser sancionada por el Consejo Nacional Electoral- el candidato Guillermo Lasso afirma en un spot -en una locación en la que actúa con Walter- que las cocinas de inducción no sirven y que debe pagar a fin de mes una planilla de 250 dólares. Lo cual, obviamente, es falso. Es decir, el uso deliberado de la mentira como arma ‘efectiva’ de manipulación política.

Y poco antes, Lasso afirmó que la esposa de René Ramírez, principal de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, recibía doble sueldo en el Instituto de Altos Estudios Nacionales. Ramírez inmediatamente respondió que era “una patraña” e interpuso una demanda. Si es sentenciado y condenado, el candidato obviamente deberá asumir la pena, como cualquier ciudadano ecuatoriano. Pero seguro dirá que es un atropello y un atentado contra su libertad de expresión e intentará, una vez más, pasar de verdugo a víctima.  

Y ni menciono lo que a diario sucede en las redes sociales con el precandidato presidencial por Alianza PAIS, Lenín Moreno, centenares de mentiras y falsedades que se desbordan de las redes sociales, sin importar su condición y peor su familia y su fuero interno. Se trata de hacer daño -como sea- a la candidatura que se perfila como la preferida de los ecuatorianos en las próximas elecciones.

En el  ejercicio del juego político deben cumplirse mínimos códigos de ética y responsabilidad. Ya Platón, en una época sin nuevas tecnologías, incluyó al “discurso mentiroso” como un componente esencial de la vida política. Por eso, no me cabe duda de que en las próximas semanas vamos a tener, desde la oposición -y como ya sucedió en Argentina, con la candidatura de Macri- una construcción cuidadosa de la mentira, una ingeniería de la mentira. Y además, tratarán de convertir a la mentira -el mal- en un arma a su favor -el bien-.

No importan los costos y peor la ética. Solo se trata de juntar demagogia y mentira. Y así manipular para ganar. (O)

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