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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Mar revuelto

04 de febrero de 2016 - 00:00

El calentamiento global crece, nos amenaza El Niño, el clima está enloquecido, el mosquito portador del zika vuela sobre nuestras cabezas, todo es alarma, conmoción, temor.

En medio de todo ello el mar golpea nuestras costas, derribando casas y amenazando a poblaciones enteras. Igual el mar político produce grandes sacudidas y mueve las preguntas: ¿A quién derribará el oleaje furibundo? ¿Quiénes irán a parar al fondo del océano en 2017? La semana pasada Quito sufrió dos temblores políticos: uno con motivo de la fallida reunión unitaria de la oposición, donde furiosos miembros de Pachakutik y Conaie terminaron empujando a notables invitados a poner pies en polvorosa, al grito de ¡Fuera derecha, fuera! El general Paco Moncayo encabezó la huida sin que le sirvieran de nada las glorias del Cenepa. Le siguió una veintena de derechistas, derechosos, izquierdistas e izquierdosos. Total, fracaso absoluto. Un pequeño triunfo, no buscado, del presidente Correa y la Revolución Ciudadana.

Por su parte, Jaime Nebot, el alcalde exitoso de la inundada ciudad de Guayaquil, llegó a dictar cátedra política a sus seguidores socialcristianos, insistiendo en su estrategia de buscar el triunfo en la elección de la Asamblea próxima y ratificando su negativa a ser candidato presidencial, pese a los ruegos y lloriqueos de sus fans. Todo esto al interior del palacete de las Cámaras, que son las mismas cámaras que apoyaron el sangriento 30-S con sus muertos, heridos, prófugos y náufragos. En la calle, un grupo de ciudadanos y ciudadanas movilizados espontáneamente gritaban en coro: “Nebot, ¿dónde están los hermanos Restrepo?”, “Nebot, escucha lo que te dice Quito: ¡No te necesito!”.

De otro lado, se produjo un fuerte ruido de lanzas; de lanzas rotas entre Nebot y Guillermo Lasso, el primero criticando al segundo y el otro firme en su vanidad de pavo real, proclamando que tiene asegurado cinco millones de votos para ser presidente de  esta ínsula barataria. En fin, nada más que voces destempladas, luces de neón y fuegos fatuos, herencia de la agonizante partidocracia.

En medio de tal panorama desolador, una clarinada que anuncia un nuevo amanecer, lanzada por el encuentro unitario de juventudes revolucionarias, que se efectuó el domingo 31 de enero en Santo Domingo de los Tsáchilas. Quinientos chicos y chicas procedentes de la JRAP, Juventud Comunista, Juventud de Alianza País, jóvenes no afiliados a ninguna agrupación, todos compenetrados de una misma idea conductora: la Revolución Ecológica.

Mientras otros sectores democráticos y afines con el proceso actual se debaten en críticas, quejas y dudas, 500 miembros de la juventud ecuatoriana proclamaron ese día su voluntad de defender la naturaleza, luchar por un medio ambiente sano, contribuir a la acción universal para salvar al planeta. De allí su espíritu alegre, sus cantos, sus mensajes, sus sueños por incorporarse a lo que ellos perciben como necesidad suprema: la Revolución Ecológica. Por fortuna, hay líderes del actual proceso que entienden las virtudes y el potencial de estas propuestas juveniles. Una lección para las anteriores generaciones, y un llamado para todos los espíritus constructivos y abiertos. Es que la defensa de la naturaleza, la salvación del planeta, no puede ser concebida como asunto de sectas, ideologías o partidos. En todo ello está en juego la suerte de la humanidad y no el predominio de ninguna bandera. (O)

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