Se inauguraron los Juegos Olímpicos en medio de una grave crisis política y económica. El trámite del juicio político a Dilma sigue, mientras que Lula fue imputado por corrupción. El Presidente Interino, Temer, tuvo que aceptar la renuncia de 3 de sus ministros por estar vinculados a la corrupción. Se genera así una gran incertidumbre sobre el futuro de Brasil en lo político y económico.
Temer, posesionado en mayo, después de su discurso en TV, fue abucheado; se filtró grabación de un ministro, de su gobierno, en la que se dice si Dilma sale se frenaría investigación anticorrupción, luego este renuncia, después le siguen otros dos, por la misma causa o estar vinculado con esta. Lo más crítico es que Temer fue pifiado en la inauguración de los Juegos Olímpicos y su nivel de aceptación llega a 10%, lo que muestra el rechazo al gobierno acusado de corrupción. El desprestigio y la falta de credibilidad del Presidente interino van en picada. El gobierno se sostiene por el apoyo del Congreso, en el que muchos diputados están acusados o envueltos en casos de corrupción. Para complicar la situación del gobierno, el presidente de la Cámara de Diputados, Cuhna, iniciador del juicio político, renunció acusado por dicha causa. Dilma está acusada de maquillar el presupuesto, por ello, el Senado aprobó un informe en que sugiere destituir a la Presidenta, con lo que acabarían 13 años del PT en el gobierno.
El clima de incertidumbre política, agrava la situación económica.
Respecto a lo político, en el artículo dos, sobre este tema, dije “Pero no solo Dilma sería desplazada, sino también Lula, a quien se le impidió su nombramiento como ministro de la Presidencia, pero el objetivo, de la oposición, es inhabilitarlo como candidato a la Presidencia en 2018, pues se trata de imputarlo en un juicio de corrupción”. Esto despejaría el camino para que la derecha capte el poder y aplique un modelo económico ortodoxo con sus típicas políticas de ajuste y reformas estructurales.
El problema económico no es solo la recesión, que produciría decrecimiento de 3.8% en 2016, sino además el déficit fiscal que llegó al 7% del PIB, en 2015, según Cepal. Se agrega que la deuda publica alcanza alrededor del 65% del PIB, con aumento del servicio de esta. La depreciación del real continúa, fue de alrededor del 8% en 2015, lo que contribuyó a un aumento de la inflación que llegó a 10.7% y el FMI proyecta para 2016 una baja a 7%. Además tuvo un déficit en cuenta corriente que alcanzó el 3.3% del PIB, en 2015, pero el FMI estima una baja al 2% en 2016. El desempleo fue de 6.8% en 2015 y, como se agrava la recesión, subirá en 2016. En suma, graves desequilibrios internos y externos, generados, en parte, por la caída del precio de las materias primas, depreciación del real, menor dinamismo de China y alto gasto público. Dilma comenzó el ajuste para reducir el déficit fiscal y el gobierno interino lo continuó. Temer se sostiene y quizás se mantenga hasta 2018. Los indignados advirtieron que puede pasarle a los gobiernos corruptos: afuera todos.
