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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Los dos 24 de Mayo

21 de mayo de 2015

Este domingo, 24 de Mayo, se cumplen dos aniversarios diferentes, luminoso el uno, tenebroso el otro. Dos aniversarios que deben merecer un ancho espacio en las mentes y los corazones de todo el pueblo ecuatoriano.

El primero se refiere a la Batalla del Pichincha, librada el 24 de Mayo de 1822, donde hombres y mujeres de estas tierras hicieron gala de conciencia libertaria, sacrificio y valor, conducidos por un joven general de la Independencia, Antonio José de Sucre. Para la ocasión se dieron cita patriotas llegados de todo el país, incluidos montubios y propietarios agrícolas de la Costa, en tanto una mujer inolvidable, Manuela Sáenz, apuraba las bestias y las cargas para la jornada decisiva. Las tropas españolas no pudieron resistir el empuje de los patriotas, fueron derrotadas y con la victoria de estos se liberó finalmente todo el actual territorio ecuatoriano, cuando Guayaquil, Cuenca, Azogues, Esmeraldas y otras ciudades habían roto ya el yugo colonial de España.

Entre los indomables combatientes se destacó especialmente un joven de 18 años, Abdón Calderón, cuencano, cuyo padre, el coronel cubano Francisco Calderón -abandonando las tropas del rey a las que pertenecía-, se alzó en armas por la Independencia dos años antes, siendo derrotado y fusilado en Ibarra. Sucre enalteció el valor de este joven guerrero y Bolívar lo inmortalizó con un mandato de recordación permanente.

Sí, este fue un triunfo de hombres y mujeres de nuestro pueblo, y Quito debería celebrarlo como su fecha insigne, dejando de lado la glorificación del 6 de Diciembre, que conmemora la fecha en que se inició el brutal y oscuro dominio de España, luego de que el general Rumiñahui fuera quemado vivo en la Plaza Mayor de la naciente capital del país. Algo más todavía: la Batalla del Pichincha fue una gigantesca epopeya latinoamericana, en la que, además de los nuestros, participaron venezolanos, colombianos, peruanos, bolivianos, chilenos y argentinos. Hecho histórico fundamental, cuando la espada de Bolívar anda por América Latina convocando a la Segunda y Definitiva Independencia, y cuando al conjuro de su nombre han surgido Unasur, Alba, Celac y tantos otros nexos de unidad e integración entre el conjunto de naciones latinoamericanas y del Caribe, condición inexcusable para romper el nuevo coloniaje, previsto por Bolívar, José Martí y tantos otros adelantados de la liberación continental. El coloniaje impuesto por el imperio norteamericano.

En cuanto al otro aniversario, se refiere al 24 de Mayo de 1981, en que el presidente de los ecuatorianos, Jaime Roldós Aguilera, fue inmolado en el altar del dólar, del neoliberalismo y de la derecha continental, conservadora, bárbara y permanentemente entregada a la voracidad de monopolios como Chevron-Texaco. Un magnicidio del cual muchos no quieren hablar porque temen al látigo imperial y oligárquico que impone el mismo silencio cobarde que siguió al asesinato de Eloy Alfaro y sus grandes capitanes.

Estos dos 24 de Mayo deben ser celosamente guardados en la memoria del pueblo ecuatoriano, particularmente de su juventud, para que pueda abrirse libremente a un horizonte de libertad y justicia. (O)

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