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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Los conflictos ambientales y el capitalismo

04 de enero de 2016

Estos tienen como fuente estructuras sociales de dominación que producen y reproducen condiciones materiales, ideológicas, políticas, económicas, las cuales responden a un modelo de organización internacional del trabajo, la propiedad oligopólica mundial del sistema financiero, del capital como de la concentración en megacorporaciones de la producción e innovación de la tecnología más avanzada. Estos determinan la dinámica estructural y sistémica del capitalismo y sus modelos de modernidad en el mundo.

Las brechas, por un lado, entre política y economía y, por otro lado, ciencia y tecnología, se han ampliado generando temporalidades muy diferentes. Los saltos cualitativos de las revoluciones tecnológicas se producen casi de año a año, mientras que los saltos cualitativos en los ordenamientos sociales suceden, al parecer, en ciclos que tienen un promedio de 10 años. Esa asimetría trae consigo poderosas diferencias en las dinámicas del comportamiento, como de la riqueza de las poblaciones, como de las instituciones sociales. Siendo uno de los graves problemas el reduccionismo de lo ambiental a lo “verde”. Creer que la existencia de la “naturaleza” es natural y no comprender que es una de las mayores invenciones de la humanidad para controlar y administrar los recursos y salir de condiciones de escasez severa a niveles de satisfacción básica.

Que el capitalismo degeneró en algunas sociedades a niveles de hiperabundancia basadas en la destrucción y el desperdicio, base de una lógica perversa del prestigio social del derroche. Si continuamos con un pannaturalismo, difícilmente podremos superar modelos de organización social centrada en producir consumidores más que en promover ciudadanos. Este es un problema que arrastramos como mundo desde el siglo XIX.

Hoy algunos países, Estados y sociedades se demuestran como ejemplares olvidando que hace un siglo fueron sociedades destrozadas ambientalmente.

Devastaron sus recursos propios y ajenos mediante procesos de neocolonización. Levantaron sistemas culturales donde el humano, se reducía a mercancía vendida violentamente.

Producto de esas profundas y demoledoras contradicciones de expoliación y miseria surgieron las grandes ciudades y los modelos urbanísticos hoy existentes. Por eso creer que lo ambiental se reduce solo a lo verde es un peligro porque pone en oposición al ser humano contra la naturaleza, cuando lo que ocurre es el arrinconamiento que el capitalismo y su sistema cultural hace del ser humano, sus sociedades y la naturaleza.

Sin una revolución cultural nos vemos abocados a la irracionalidad del individualismo burgués. Barbarie o Socialismo. No debemos caer en la trampa del ecologismo de los ricos, poderosos y famosos del mundo que buscan que las mayorías sociales o se sientan culpables o actúen irresponsablemente viviendo una vida hollywoodense que raya en la estupidez. El neoliberalismo y sus nuevos rostros representan la decadencia moral de los valores humanos, la mercantilización de la democracia y la justicia. Debemos exigir no solo justicia ambiental sino democracia ambiental y redistribución equitativa de todo tipo de riqueza porque el trabajo es el valor supremo de la humanidad.(O)

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