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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Los anti-bolivarianos

30 de julio de 2016

La mayoría de las personas de mi generación y anteriores, fuimos educadas en el culto a los libertadores, sobresaliendo entre ellos Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. Monumentos, plazas, calles, de ciudades, cantones y hasta de pequeños caseríos, los recordaban a cada paso. Al arribo de algún viaje al exterior, la mención de los nombres de los aeropuertos de Guayaquil y Quito, nos confirmaban el regreso a la Patria.

Hace algunos años advertimos en Guayaquil una corriente- entre ciertos historiadores-, adversa a la memoria del Libertador. Se abrió paso a una suerte de revisionismo histórico,  tratando de menoscabar su papel en las batallas finales por la libertad de Ecuador y Perú, con las cuales culminó la derrota del imperio español y se consolidaron los procesos independentistas. Se mostraba a un Bolívar enemigo del Puerto y de su desarrollo como república independiente, en momentos en que no estaban definidas las fronteras de nuestras patrias y en que la posición contraria podía  favorecer  una mayor cercanía con el Perú, bajo la fuerte presión y fama del protector San Martín.

Tal posición se acrecentó en las administraciones socialcristianas, culminando con la sustitución de su nombre por el del poeta y político Olmedo en el aeropuerto de la ciudad e incluso en el Malecón, pues hasta entonces se cumplía en la ciudad, lo expresado por el poeta Pablo Neruda: “ Padre, todo lleva tu nombre en América…”.  

El proyecto de ‘desbolivarizar’ la ciudad se incrementó con el triunfo de Chávez en Venezuela y el  impulso integracionista  y anti imperialista que auspició, en una coyuntura  en la cual surgieron gobiernos progresistas en los más importantes países sudamericanos. Tal ofensiva se acentuó cuando en Ecuador ascendió al poder la Revolución Ciudadana proclamada bolivariana y alfarista. Desde entonces arreciaron los ataques- mediáticos sobre todo -, que oscilaron entre la inconformidad con el rescate del personaje libertario como mentor del actual régimen, hasta su denigración, expresada en acciones conducentes a borrar toda referencia a su huella.

A más de recordar que fue el poeta Olmedo el mayor exégeta de la gloria del Héroe, con su famoso Canto a Bolívar titulado “ La Victoria de Junín”-, conviene precisar que por suscripción popular, fue en esta ciudad donde se levantó el primer monumento en su honor -el que engalana el parque Seminario que también llevó su nombre- y que, a la muerte del Libertador, nuevamente José Joaquín de Olmedo le dedicó un emotivo poema.

Más allá del empeño de los que un historiador llamó ‘roedores de mármoles’, alentados por la onda derechista- no solo adversaria del gobierno local, sino de todo lo que huela a progresismo- el ejemplo de nuestros máximos héroes seguirá acompañando las diarias gestas de nuestros pueblos por alcanzar una segunda y definitiva independencia. El tiempo coloca en su justo sitial a nombres y figuras de quienes, fieles al interés de cada uno de los pueblos que representaron, sacrificaron por ello vida y fortuna. Los enemigos de su grandeza, jamás figurarán en la memoria popular, que es la real inmortalidad. (O)

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