No hay lugar a equívocos posibles, Ecuador ya cambió y es muy fácil comprobarlo, el mejor testigo es el pueblo ecuatoriano, que durante una década corta ha satisfecho muchos de sus más caros anhelos, entre ellos, que la educación de calidad llegue a todos, especialmente a estratos de la población provenientes de capas, las más desfavorecidas del conglomerado social. El régimen de la Revolución Ciudadana tuvo y tiene como fin fundamental de su proyecto político el estímulo el desarrollo de la riqueza más importante de una sociedad: el talento humano, fruto inextinguible al ser un recurso del intelecto humano; la inteligencia, el razonamiento, el estudio disciplinado, son formas de alcanzar el saber liberador. Los métodos eficientes, actualizados, en los procesos de aprendizaje, en todos los niveles que permiten formar, informar y especializar a la juventud, que logren la construcción del Estado del futuro, sustentado en altos índices científicos tecnológicos para el gran salto al mundo del siglo XXI, están presentes. Se ejecutan en nuestro suelo proyectos válidos y esenciales tras de la mejor instrucción posible. Se ha creado la Universidad Pedagógica; miles de docentes de todo el territorio han obtenido maestrías en prestigiosos centros superiores de educación: Complutense y Autónoma de Madrid, de Barcelona, gracias a la acción gubernativa. Millares de dicentes cursan estudios de posgrado en valiosas entidades académicas, las mayores y notables de Europa y EE.UU., ambos financiados por el Estado con sustanciales logros y éxitos. Ya han regresado a la nación los primeros graduados. Sin duda se integrarán a resolver problemas específicos de nuestro desarrollo. En el lar nativo, otros adolescentes y jóvenes son receptores de oportunidades, que pienso y creo son únicas, para lograr profesiones importantes y un nuevo destino de vida. Sustentadas en méritos y el amor al estudio, generaciones honorables de las que debemos sentirnos orgullosos son beneficiarias del programa de becas Eloy Alfaro, creado en 2012, consistente en un bono de 366 dólares que sufraga gastos de estudios para alumnos de óptimas notas, de origen popular con historial de exclusión que lanzan ideas y no piedras y por eso los invisibilizan. Ellos hoy son blancos de críticas inicuas en periódicos del pasado. Intentan denigrar con intención deleznable los fines de becas otorgadas en honor a capacidades cognitivas. Se les impidió expresar su pensamiento al negarles derecho legal a la réplica, a pesar de que se les imputaba su posición a favor de los cambios, como adhesión partidista, en crónicas malhadadas de connotación amarillista que niega acuerdos de becas y la Ley de Comunicación. La reacción de los becarios unidos en el Frente Ciudadano de Estudiantes y Becarios, nacido en 2014, fue inteligente y reflexiva. Acudieron a las afueras del medio con alegría y cortesía, junto a la música y la danza, entregaron su petición de rectificación al reportaje sesgado, aunque sin resultado positivo alguno. El humanista Umberto Eco -recientemente fallecido- se refería a actitudes y acciones de dañar proyectos conducentes a mejorar al ciudadano como la ‘máquina del fango’. Creo que lo dicho por él atañe al miserable accionar de los últimos días en contra de jóvenes justos que no buscan victimizarse. La glosa innoble, turbadora, que busca impedir que los pobres se profesionalicen, es vil e inaceptable. La geografía falaz que debemos recorrer con cotidianidad quienes revisamos los órganos de la mediocracia ecuatoriana y foránea que quieren vender el neoliberalismo a toda costa y costo, no nos sorprende. La infamia urdida en contra de los becarios del pueblo responde a la mediocridad revanchista de quienes cuando fueron gobierno fueron incapaces de generar patria. Parafraseando a Churchill: Nunca tan pocos procuran hacer tanto daño a tantos. (O)
