El 19 de enero anterior, en nuestra bella Cuenca, se realizó una reunión política para compactar a varios actores y grupos de la antigua partidocracia, con un objetivo vital: la alquimia del mercado electoral para enfrentar los comicios de 2017. Bajo la égida furtiva de la oligarquía industrial, comercial y financiera de rama transnacional, sesenta asistentes -según medios mercantilistas, los verdaderos padrinos y madrinas de este parto contra natura- estuvieron en la capital azuaya, y como leitmotiv de su vivir, algunos solventaron las entelequias de la contracción histórica para volver al neoliberalismo y retornar a relaciones de dependencia de nuestra patria, o situarle en escenarios de conciliación con las fuerzas del pasado. La fascinación de mando decididamente obnubila y ciega sus mentes. En la evidencia de que, a pesar de los problemas del sector externo de la economía, las grandes mayorías nacionales, están y apoyan al presidente Correa y a la Revolución Ciudadana, no cejarán en intentos aldeanos de captar escaños a la Asamblea para obstaculizar la marcha del país. A diferencia de los que muchos piensan, no los convoca el odio a Rafael Correa, que es más bien el queso con veneno para capturar incautos; y a quienes nacieron con la consigna vital de aborrecer a todo mortal, que se cruce en su senda; o los de ideas recurrentes de cargar sus culpas a otras personas, cualesquiera que sean, como un ‘pájaro’ columnista que abandonó el alero de la justicia y se refugió en la jaula bancaria, u otros alucinados que quieren matar a Correa y los convenidos para calumniarlo en buses y saraos. Por tanto, lo que verdaderamente los congrega es la polifagia de poder y los deseos irresistibles de regresar a negocios y amarres, a épocas dolosas, cuando la nación era mancillada y subastada. Y sin entender que Ecuador ya no es el mismo de ayer.
Esta congregación de membretes, personajes, personajillos reunida en nuestra ‘Atenas’, es legal, ¿pero será ética? Aunque a pesar de la actividad ejecutada a todas luces precarias, que más allá de la foto de familia donde figuran algunos identificados con el tiempo desgastado de la derecha y de aquellos rebeldes de café, y hasta un sujeto de imaginación extraordinaria que pronosticó que los burros volarían, no se aportó idea alguna de cambio de progreso o algún pensamiento básico. La prensa mercantil ha resaltado varios días el cónclave, intentando en forma menguada resaltar el valor de su tutoría, para un futuro con perspectivas obvias que a cualquier ‘filósofo de esquina’ se le antojarían proditorias. No obstante, nos pone en guardia. La pobreza ideológica opositora, sin proyectos ni programas, con fines objetivos, metas vagas, llena de lugares comunes y sin perspectiva de triunfo en la lucha presidencial, obliga entonces a meditar sobre el entramado que se ha montado en esa verbena de tirios y troyanos, donde lo negativo e imposible será lo probable, como sucedía antes en pactos tales como los de la ‘regalada gana’. Ellos considerarán tal vez tarea fácil disminuir el espíritu moral del pueblo, el verbo acción de su inteligencia para que olvide las ‘hazañas’ de muchos de los presentes en el conciliábulo cuencano. Y así el administrador de la junta, Carrasco, deberá justificar a la sociedad ‘morlaca’ el atentado que sufrió Diego Delgado en el febrescorderato, ya que entre los contertulios se encontraban, en gajo, los socialcristianos. Empero, es válido indicar que de la mezcla de fe reaccionaria, embarcada en ese carromato con patente de Ferrari, se ha lanzado el banquero que iba a pagar la gasolina. Mientras se efectuaba la IV Cumbre de la Celac, el 27 de enero, la nueva fusión flotaba con el escudo de Pachakutik. Esta vez fueron todos, pero no hubo unidad; el rechazo a la derecha de parte de los indígenas fue total. (O)
