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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

La segunda Misión Geodésica Francesa

19 de mayo de 2016 - 00:00

Una segunda Misión Geodésica llegó a Ecuador el 1 de junio de 1901 y laboró hasta 1907. Estuvo organizada por la Academia de Ciencias de Francia en colaboración con el gobierno liberal de Eloy Alfaro.

Esta misión estuvo a cargo del Servicio Geográfico del Ejército francés y al mando del Cdte. Bourgeois, y tenía como finalidad usar la tecnología decimonónica para comprobar o rectificar las mediciones realizadas por la primera misión. La integraron geógrafos, agrimensores y arqueólogos, que fueron: los coroneles Perrier y Llallemand, el Dr. Paul Rivet, los tenientes coroneles Noirel, De Fonlongue y Durand; y los suboficiales Damerval, Lecomte, Duffrenne, Gressier, Domart, Lavis, Thil, Brasselet, Anquetin, Presse, Soubriard y Soullot.

El Gobierno ecuatoriano donó 20 mil sucres para gastos y proveyó una guardia militar para escoltar a los científicos franceses. Y autoridades o estudiosos ecuatorianos brindaron sus informaciones y conocimientos a los investigadores franceses, a los que también ayudaron guías, porteadores y peones indígenas.

Esta segunda misión geodésica llegó al país en medio de las tensiones políticas causadas por la Revolución Liberal. De ahí que una parte del clero tratara de utilizar políticamente los trabajos de esta expedición, mostrándolos como prueba del amor divino hacia Ecuador.

Mas hubo otros religiosos que se interesaron por contribuir con sus conocimientos a los trabajos de la misión. Fue el caso del ilustrado Obispo de Ibarra, Federico González Suárez, y del sabio dominico Enrique Vacas Galindo, ambos amigos del régimen liberal.

Para entonces, González Suárez era ya un afamado historiador y arqueólogo, autor de notables estudios sobre Prehistoria, Historia y Arqueología, entre ellos su Memoria histórica sobre Mutis y la Expedición botánica de Bogotá en el siglo décimo octavo (1888), su Historia general de la República del Ecuador y su Atlas Arqueológico Ecuatoriano (1892).

Este sabio obispo brindó hospitalidad a los geodésicos en la ciudad de Ibarra, les abrió su reputada biblioteca y les brindó amplio apoyo logístico, proporcionándoles guías para sus recorridos por las altas montañas andinas. Importante fue se aporte a los trabajos de Paúl Rivet, a quien invitó a visitar tumbas precolombinas y le transmitió sus técnicas y métodos de investigación, que Rivet elogió más tarde.

A su vez, Vacas Galindo proveyó a Rivet de informaciones históricas, etnográficas y geográficas que le permitieron entender la Amazonía ecuatoriana y elaborar su afamada Carta Étnica de la República del Ecuador y de la Cuenca de la Alta Amazonía,  publicada en 1912.

Gracias a esas ayudas locales, Rivet recolectó muestras de flora y fauna y variadas informaciones etnográficas, efectuó un buen número de medidas antropométricas y reunió una colección de 1.500 piezas arqueológicas, con todo lo cual volvió a Francia. Y esa experiencia científica en Ecuador fue clave para el desarrollo de su formación antropológica, que en 1938 lo motivaría a fundar el afamado Museo del Hombre.

En general, los expedicionarios de esa misión publicaron muchos artículos sobre ella en revistas de Europa. Y el informe final se publicó a partir de 1909, en varios tomos, por parte del Servicio Geográfico del Ejército francés. (O)

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