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El Telégrafo
César Hermida

La salud

29 de marzo de 2014

La salud no es solo la ausencia de enfermedad.  Es la satisfacción de las necesidades humanas, tanto en el dominio individual del cuerpo biológico de la herencia animal, de la nutrición y el metabolismo, de la sexualidad y la reproducción, y de la vida de relación neuromuscular y esquelética, con los demás y con el medio.

De ellas parte el dominio de las necesidades subjetivas propias de cada cultura, los usos y costumbres sobre el cultivo, cosecha y preparación de alimentos, la formación de parejas y la vida familiar con la protección, el vestido, la vivienda, y la división del trabajo con el elemento mental y el físico para la producción. Allí está la reciprocidad del trabajo solidario, por el cual no hay que mentir, ni robar ni ser ocioso. Estas necesidades se desarrollan con el contacto con los demás a partir del nacimiento, con el pensamiento, la lengua, las creencias, afectos y emociones, y los valores que mueven a la voluntad para las acciones. En ellas está la identidad, la libertad, la creación artística, la recreación.

El tercer dominio son las necesidades atendidas por el Estado con servicios generales, como el cuidado del ambiente, la provisión del agua, la electricidad, los medios y vías de comunicación, y aquellos sociales de salud, educación, vivienda, bienestar social, todos proveídos con equidad, calidad y eficiencia. El Estado tiene que identificar y proteger a sus ciudadanos, velar por la producción para una sociedad democrática, no solo en el sentido electoral, sino en el participativo, inclusivo, económico y social. Debe regular y controlar al mercado, y garantizar la satisfacción de todas estas necesidades humanas como derechos, individuales y colectivos.

La máxima calidad de vida, individual, grupal o cultural y social es la expresión de la salud. Es el bienestar físico (individual), mental (subjetivo y cultural) y social (con el Estado) que la OMS propusiera hace más de sesenta años. Lovelock ‘descubrió’ que todos venimos de la ‘Gaia’ o madre tierra. Los canadienses y la  OMS ‘descubrieron’ que la vida es sana (la promoción de la salud), pero las culturas ancestrales siempre cuidaron el agua y la Pachamama, fueron solidarias y complementarias en la vida familiar y grupal. Sabían que sin sabiduría no hay vida, y que hay correspondencia entre las partes y el todo. Que la vida es sana y colectiva. Que todos tenemos un sueño como ideal. Es el Buen Vivir. De aquí deben partir las reflexiones para el Código de la Salud.

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