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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

La estrategia del miedo

29 de junio de 2015 - 00:00

Desinformación es la clave en la estrategia de la oposición oligárquica para establecer una situación de miedo. Desinformación que no es, solamente, distorsionar la información real, sino que es un producto, tiene intencionalidad, objetivos, metas, públicos definidos, etc. La desinformación es un conjunto de engaños organizados, planificados y con claras intencionalidades para generar miedo colectivo. Sus componentes: diferenciar conocimiento, de realidad y de discurso; intención de engañar; motivaciones explícitas; destinatarios; métodos definidos.

Es decir que las intenciones de engañar responden a causas cuando sus intereses están siendo tocados. Es el caso de los proyectos de impuesto a sus herencias opulentas o los mecanismos para recuperar plusvalía de manos de los especuladores. Con esas intenciones separan los hechos del conocimiento y lo distorsionan provocando un discurso del engaño, de la mentira. Después se aplica a los públicos objetivos: a los que buscan movilizar, manipular para que defiendan sus intereses particulares. Los métodos se expresan en las tácticas de la movilización mediática -sus socios-, la movilización en las calles, la movilización en las redes sociales, etc. Las primeras acciones desinformativas están en eliminar elementos, silenciar u ocultar toda la información real. Lo hemos visto cuando se miente sistemáticamente al decir que esos proyectos afectarían directamente a los sectores populares, sobre todo a la clase media. Y vaya que sectores de la clase media se comieron el cuento. Otro momento lo encontramos en la alteración de la información cuando afirman que los proyectos dicen tal cosa y resulta que no dicen eso. Inventan su propia versión de lo que es la verdad. Ya no es la concordancia entre el concepto y los hechos, sino las opiniones que emitan. Después inventan acontecimientos: que la dolarización ya se acaba, que hay fugas de capitales, que comienza la escasez de productos, etc. Y esos sectores de clase media otra vez se comen el cuento. Para consolidar la desinformación buscan darle solvencia moral a la mentira y al engaño buscando miembros de las élites simbólicas: políticos académicos, periodistas, representantes de cámaras, etc. El objetivo es darle objetividad a las mentiras. Buscar que aquellos den valoraciones morales para que forjen el imaginario de la imparcialidad. Así asoma uno que otro ‘analista’ o representante de organizaciones de empresarios que visten con el traje típico del emprendedor que parece que lo que ha conseguido ha sido por su propio trabajo: la otra mentira del mito neoliberal. Construido el escenario, el siguiente paso es sobresaturar a la audiencia para generar la confusión, base para el miedo: confusión en la toma de decisiones, reducción de la capacidad de filtrado de información y parálisis del pensamiento crítico provocando una opulencia comunicacional a beneficio de las élites que los manipulan.

Han construido así un distractor, la estrategia del rumor para sitiar el sentido común e imponer su ideología dominante. El resultado: despolitización, emociones exacerbadas y poca capacidad para argumentar, racismo y prácticas fascistas. La solución: batallar no solo en las calles sino principalmente en las ideas. Más comunicación política y menos publicidad y marketing. (O)

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