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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

La declaración de la guaragua

15 de septiembre de 2014

Esa es la cadencia de la derecha neoconservadora que va dejando ver sus rostros: socialcristianos, demócrata cristianos, conservadores, libertarios, algún ex-“izquierdista” etc., toda una gama de tendencias ideológicas que intentan convocarse desde el ser oposición a favor de lo que llaman un Ecuador unido y diverso. Eso de diverso es el intento de invocar a otros sectores, sobre todo de la izquierda pachamamista, poniendo sobre la mesa las tentaciones de la autonomía y la descentralización. En estos dos últimos términos se juegan más de treinta años de dominio neoliberal. Antes los neoliberales y regionalista invocaban a la autonomía desde las provincias ricas para controlar el poder político o citaban a la descentralización para asumir competencias con el fin de llegar a tener su propio sistema político y así chantajear al Estado Nacional con las intentonas separatistas. No distinguir esos trasfondos bien puede confundir a quienes han luchado por la autonomía desde la plurinacionalidad y por un sistema descentralizado solidario para poner fin al viejo bicentralismo del Estado burgués.

La otra cadencia de la guaragua neoconservadora está en proteger a muchos de los grupos que los auparon durante décadas y que han vivido de la especulación del suelo y las tierras. El engorde de tierras rurales y suelo urbano ha sido un gran negocio que se aprovecha de la necesidad de la gente de tener vivienda propia; de quienes se endeudan por largos años por tener algo propio para sus familias.  Por eso es vital que el Estado recupere gran parte de la plusvalía que se ha generado a partir de las inversiones sociales que él mismo ha realizado. El sector de la construcción es vital en toda sociedad; pero en sociedades como la nuestra debe primar una visión social y solidaria más que una especulativa. Por eso esa derecha amorfa, oportunista sale a defender su poder local, y su “incapacidad” intencionada de no levantar sus catastros o actualizarlos, esperando que el gobierno central les financie su capital político. 

La miopía es tal que demuestran una vez más su insolvencia de no comprender la dimensión de lo local, regional en lo nacional. Que lo nacional se conforma de las estructuras diversas, diferentes que hacen del Ecuador un país heterogéneo. Más allá de las figuras o figurillas de la convención de Guaranda, están las expresiones de los grupos tradicionales y oligárquicos: es revivir la década de los noventa, con caras nuevas y repetidas que llaman a coordinar políticas públicas, programas, proyectos, solo falta que revivan el sistema de fundaciones como los centros de administración de lo local. Vale decir también con fuerza que MPAIS debe aligerar el paso en su reestructuración: una y mil veces repetiremos que la formación política es vital para innovar un proyecto político e ideológico que se ancle a las estructuras organizativas y dispute el poder a todo nivel que va más allá del ejecutivo, el legislativo y los tiempos electorales.   

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