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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

La decadencia ideológica de Pachakutik

29 de agosto de 2016

Parece que a las dirigencias de Pachakutik las convencieron -casi- totalmente de que eso de la ideología, de la política no importa; de que a la gente no le interesa ni visiones, ni disputas éticas ni concepciones del mundo; que lo que sirve a la hora de disputar el campo de la política solo son las alianzas con quien sea, a fin de alcanzar puestos políticos, cargos públicos de elección popular. Parece que la dirigencia de Pachakutik se creyó eso de que no importa con quién transar, con quién aliarse, si lo que se busca no es construir un proyecto político de país, sino sostener el poder político local manejados a la usanza del decadente sistema hacendatario. Se entiende que ‘marketineros’ políticos recomienden lo de siempre: ofertas claras, cercanas, realistas o no, pero que impacten en las emociones del potencial elector. Se les entiende porque de eso viven, y les interesa que sus clientes ganen, cueste lo que cueste. Pero si la lucha histórica del indigenado en Ecuador se volvió un referente nacional y continental fue, precisamente, porque lo electoral no era lo determinante, sino construir un proyecto político nacional incluyente, radical en sus concepciones de izquierda, es decir, que eso de izquierda siempre, parece, determinó a las organizaciones campesinas, indígenas. Fue esa concepción del mundo la que las organizó en la lucha contra la derecha oligárquica, hacendataria, etc. Fue esa concepción la que les permitió conjugar creencias éticas con políticas; incorporar modos de producir, de redistribución, reciprocidad, de articulación comunitaria; ser críticos con las concepciones de la pobreza, la riqueza, el poder, el rol de las iglesias cristianas, pero sobre todo valorar positivamente el rol de la política a favor de la liberación del sistema capitalista. Valorar la lucha social, campesina, indígena servía para que la memoria se convierta en el lugar común para disputar el poder social. Recordar los levantamientos, las sublevaciones eran motivo del aprendizaje, de la pedagogía liberadora; la grandes enseñanzas de la Teología de la Liberación, de Proaño, del método liberador: ver, juzgar, actuar y celebrar, fueron las piezas claves a la hora de invocar una revolución desde abajo hacia arriba. Sin embargo, ahora no se sabe dónde está todo eso; dónde quedaron las grandes y pequeñas lecciones aprendidas. Parece que la lucha por los más pobres entre los pobres: los indígenas, ha quedado en un segundo plano. Convencidos de que la ideología es secundaria, un gran número de dirigencias indígenas no tienen el menor pudor de tener acercamientos con sus enemigos históricos, con los representantes de sus opresores históricos. ¿Acaso el excesivo culturalismo y etnicismo los llevó a desnaturalizar la tradición clasista de la lucha histórica? Todo nos dice que sí. Es incomprensible que un dirigente, prefecto en representación de Pachakutik, se haya reunido con el banquero para negociar una ‘alianza’. Es una vergüenza en todo sentido. Es una ofensa a la memoria, a la historia social de la lucha indígena. Una vez más se ratifica que ese partido, con las debidas excepciones locales, es la agrupación del oportunismo, de la derecha indígena. ¿Qué dirán ahora aquellos intelectuales pachamamistas, de que el fin es lo que importa, influenciados por la bazofia ecléctica del ex-MPD; de ciertos poscoloniales capitalinos, indigenistas con buenas propiedades privadas? Pachakutik no solo perdió su rumbo político, sino que perdió la razón de existir. ¿Qué harán las dirigencias de la Conaie? ¿Seguirán tan silenciosas como siempre, cómplices de la decadencia ética de su ‘brazo político’? (O)

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