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El Telégrafo
Xavier Lasso

La construcción de medios públicos

31 de octubre de 2017

“No queda mínima duda de que bajo las administraciones del gobierno anterior se manejó a los medios públicos de manera propagandística y mediocre, dispendiosa e, indolente”.

Cita textual de la reciente declaración de Andrés Michelena, gerente de los medios públicos e incautados y que, al menos desde mi perspectiva, no corresponde al complejo entramado que siempre supondrá la creación de unos medios públicos, en  el contexto de una realidad nacional que solo había conocido la lógica editorial, empresarial, comercial de unos medios privados que hicieron de “la post verdad” la razón primordial de su existencia.

Crecimos bajo la manipulación propia de ese estado de la mentira permanente. Colusión mediática que no había tenido una contrapartida que intentase otro relato, ese que diera paso a la visión de los sectores subordinados, oprimidos, olvidados.

Cuando en 2007 se instaló en Montecristi la Asamblea Nacional Constituyente, la Televisión Pública, recién fundada, se mudó con todos sus pertrechos a la tierra de Alfaro y arriba, en esa pequeña colina, fue testigo del emocionante bullir de pueblo e ideas que iba pariendo la Constitución que luego la gente, en consulta popular, la aprobó totalmente. Nadie más, ningún otro medio se instaló ahí y transmitió extensamente lo que en Ciudad Alfaro se construía laboriosamente, penosamente. La Televisión Pública intentó no hacer discrimen, no bajo el “switch” a conveniencia de una política editorial mezquina.

Tampoco corrimos, como sí lo hacían los medios comerciales, atrás de algún escándalo, como los que suscitaban asambleístas de la minoría que siempre intentaron desprestigiar lo que sucedía en Ciudad Alfaro. Después le acercamos a la audiencia todo el complejo proceso de la auditoría integral de la deuda externa. Largas sesiones llevadas a cabo en Ciespal fueron transmitidas sin interrupciones, sin cortes comerciales, cuestión que la otra televisión no entenderá nunca, porque mientras nos enteramos de grandes tragedias, en los cortes comerciales debemos correr prestos a engullirnos “coca cola”.

Es larga la lista de coberturas que fueron manejadas con otra lógica, con otro compromiso editorial. Nos comprometimos con la audiencia a defender otros principios y valores, creímos siempre en el “buen vivir”, no en el “mejor vivir”, que nos conduce al despeñadero del consumo infinito, el de ese capitalismo salvaje que ha degradado a la Tierra, que ha acelerado el cambio climático, que nos tiene a todos amenazados, en la cuerda floja.

A las niñas y niños de mi país le propusimos una franja horaria que los tratase con respeto y les propusiese diversión con inteligencia. Muchos programas de opinión se fueron labrando en el día a día. Una guía editorial fue trabajada y publicada para que la gente se enterase de lo que nos animaba. Paradojas de la vida, de la absurda vida que te acerca vulgares enemigos: esa guía editorial, en gran parte, se hizo con la asesoría de Roberto Aguilar, quien dio charlas a los equipos de noticias que ya se iban armando en la Televisión Pública.

Muchas veces se nos ha dicho que algunos programas y otros productos, como Cartón Piedra del diario El Telégrafo, son muy elitistas, solo porque, creo yo, no tratan oligofrénicamente a las audiencias.

Por eso y otras cosas, como no precisar, con nombres y apellidos, a quiénes iban dirigidas las críticas-denuncias, no comparto, qué pena decirlo, tu declaración Andrés. (O)  

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