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El Telégrafo
Jorge Núñez Sánchez - Historiador y Escritor

La Ciudadanía Universal

03 de diciembre de 2015

Nuestra magnífica Constitución es uno de los más avanzados textos políticos. Consagra y garantiza derechos humanos, individuales y sociales, y hasta reconoce los derechos de la madre naturaleza. Pero hay en ella asuntos que merecen una sostenida reflexión en cuanto a su aplicación práctica.

Tal el caso de algunos principios de las relaciones internacionales contenidos en el artículo 416, que teóricamente son intachables, pero que aplicados sin la mediación de mecanismos de progresividad pueden convertirse en un boomerang para el mismo país propulsor.

Dice el principio 6 que el Ecuador “Propugna el principio de ciudadanía universal, la libre movilidad de todos los habitantes del planeta y el progresivo fin de la condición de extranjero…”. Y agrega el 7 que nuestro país “Exige el respeto de los derechos humanos, en particular de los derechos de las personas migrantes, y propicia su pleno ejercicio mediante el cumplimiento de las obligaciones asumidas con la suscripción de instrumentos internacionales de derechos humanos”.

Esos principios se hallan respaldados por la disposición del art. 392, que señala: “El Estado velará por los derechos de las personas en movilidad humana y ejercerá la rectoría de la política migratoria…”.

Me parece que esos principios y disposiciones constitucionales han sido puestos en práctica sin la progresividad que la realidad exige y sin la correspondencia que imponen los usos internacionales. Prueba de ello era la no exigencia de visas para la llegada de extranjeros a Ecuador, incluso para aquellos que provienen de países que sí exigen visas de entrada a los ecuatorianos.

Esa apertura ilimitada ha empezado a pasarnos factura. Así, nos hemos convertido en un país de tránsito de migrantes irregulares, que generalmente son manejados por mafias internacionales, que se enriquecen a costa de la desesperación humana por migrar y cambiar de vida.

Por otra parte, nuestras calles se van llenando de gentes pobres y angustiadas de otros países, que llegan acá atraídos por la no exigencia de visas y los salarios en dólares. Muchas gentes pobres del vecindario latinoamericano se han asentado en nuestro país. Haitianos pobres son ahora los cuidadores de vehículos en las calles.

Hace poco, una amiga española de izquierdas me contó que vino a Ecuador desde Madrid en un vuelo lleno de africanos pobres, que no sabían una palabra de español y ni siquiera tenían una pluma para llenar los formularios. Para ella era evidente que se trataba de esa mano de obra subterránea que las mafias llevan de un país a otro.

La reciente crisis en Centroamérica ha llevado a Ecuador a exigir visas a los cubanos que deseen viajar a Ecuador. Pero nos parece que es llegada la hora de ampliar ese mecanismo a un espectro más amplio, dentro de una política migratoria que busque beneficiar a Ecuador y sus legítimos intereses nacionales.

Como humanistas que somos seguiremos soñando con la ciudadanía universal y el libre tránsito de los seres humanos por el mundo. Pero para lograrlo habrá que trabajar duro por alcanzar un mundo más justo y equitativo. (O)

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