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El Telégrafo
Fander Falconí

La bondad de la equidad

01 de julio de 2015

Ah, sí he oído eso de que el 1% tiene lo que necesita el 99%. ¡Qué pena! Es lo más que se obtiene como respuesta. Pero el economista inglés Anthony Atkinson asegura que existe un remedio. Él, en su reciente libro sobre la inequidad, presenta un modelo de redistribución de ingresos. Este esquema va más allá de las tradicionales políticas públicas, para sostener los programas para reducir la pobreza. Ofrece soluciones creativas en cinco áreas: tecnología, empleo, seguridad social, repartición del capital y tributación. Más que un estudio, Inequidad (Inequality: What Can Be Done?, Harvard University Press, 2015, 384 páginas) es optimismo documentado.

El 1% de la población se vuelve cada vez más rico en el mundo. La inequidad está de regreso y vuelve a vengarse. Así destaca una reseña de la revista The Economist, fuente del pensamiento económico liberal, el nuevo libro de Atkinson. Hay una evidente preocupación mundial por el aumento de las distancias sociales y cada vez hay mayor investigación.

Si seguimos el argumento del francés Thomas Piketty -el autor del libro El capital en el siglo XXI, que ha causado un gran debate internacional desde 2013-, cuando la tasa de retorno del capital excede a la tasa de crecimiento del producto y del ingreso, como ocurrió en el siglo XIX y parece repetirse en el siglo XXI, el capitalismo genera en forma automática arbitrariedad e inequidades que disminuyen los valores meritocráticos sobre los cuales se asientan las sociedades democráticas. En esencia, los patrimonios inmobiliarios, industriales, bursátiles y financieros aumentan más velozmente que las otras rentas. Buena parte de esta riqueza es heredada por los más ricos y así se reproduce un sistema desigual. Por cierto, el profesor Atkinson, autor de Inequidad, ha sido uno de los maestros de Piketty.

En los países empobrecidos ocurre que las personas de bajos ingresos tienen menos acceso a la salud y a la educación, y son las que más emigran. Las investigaciones dicen que las sociedades menos injustas, progresan en forma más rápida. Los estudios revelan que un niño debe comer bien, en particular en sus primeros años, para desarrollar su inteligencia. La desigualdad social es la principal causa de la mortalidad infantil por hambre (5’600.000 al año en el mundo).  

Cuando se habla de equilibrio social, algunas personas se asustan y creen que si ese equilibrio se alcanza alguna vez, desaparecerán los incentivos para progresar y se estancará la sociedad. Nada de eso es cierto; al contrario, la sociedad donde reina la equidad es más sana y más proclive a la paz y prosperidad. Cuando disminuye la conflictividad social, aumenta la solidaridad y el altruismo. Donde existe equilibrio social, se eliminan las barreras que impiden la igualdad; empieza a erradicarse la pobreza; se promueve el empleo digno y  la igualdad de género. Así mismo, donde hay mayor nivel de instrucción y salud, existen mejores posibilidades para desarrollar empresas.

En los últimos días hemos escuchado frases egoístas y comentarios desinformados. Se abre una oportunidad de elevar el debate sobre estos temas. (O)

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