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El Telégrafo
Rodolfo Bueno

La Bella Francia y la Bestia

29 de junio de 2015

Si en el siglo XIX Napoleón hizo grande a Francia, el general Charles de Gaulle no se quedó atrás en el siglo XX. Su llamado a proseguir la guerra contra los ocupantes  alemanes, apoyados por la extrema derecha francesa, resuena hoy como nunca. El Partido Comunista Francés (PCF) adquirió gran popularidad por haber desempeñado un papel preponderante en la resistencia al nazismo. Luego del desembarco aliado en Normandía, el pueblo parisino se levantó y De Gaulle encabezó el Estado francés.  

El imperialismo mundial globalizado (IMG) cometió todo tipo de atrocidades e ilegalidades para sabotear la política del PCF, que contaba con un 30% de votos del electorado francés. Los diputados de este partido denunciaban desde el parlamento la guerra de conquista que en Vietnam libraba Francia; esto asustó a Washington, que creó en Francia un ejército secreto conformado por excolaboradores de los nazis, cuya misión era impedir al PCF llegar al poder. Philip Agee explica que para la CIA era prioritario “evitar que los comunistas entraran al gobierno”. Los tentáculos de este ejército secreto se disgregaron por todo el territorio de Francia y organizaron la expulsión de los ministros comunistas del Gobierno francés. Después, la CIA se lanzó contra la Confederación General de Trabajadores (CGT), dirigida por el PCF. La CIA gastó cerca de mil millones de dólares por año para financiar las células clandestinas ‘Paix et Liberté’, que se dedicaban a propagar el anticomunismo en la sociedad francesa.

La lucha por la independencia de Argelia dividió a Francia en dos sectores antagónicos. De Gaulle, aunque inicialmente apoyó a los ultranacionalistas de la ‘Argelia francesa’, al comprender que esta idea era impracticable, proclamó el derecho de Argelia a la independencia. Esto enfureció a algunos miembros del Ejército francés que fundaron la Organización del Ejército Secreto (OAS), que luchó contra el Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLN) e intentó asesinar a De Gaulle con el apoyo de la CIA y la OTAN. La guerra clandestina de la OAS no logró derrocar a De Gaulle ni impedir la independencia de Argelia, pese al terrorismo que empleó. A De Gaulle, quien buscaba que Francia y Europa dependiesen menos de EE.UU., le enfureció la hipocresía de la OTAN y la CIA, por lo que el 7 de marzo de 1966 decretó la expulsión de la OTAN de Francia; es muy probable que por este acto, y por exigir oro por las reservas francesas de dólares, la CIA estuviese detrás de las revueltas estudiantiles de mayo de 1968, que lo alejaron del poder.

Este resumen muestra que el historial de intervención de EE.UU. en Francia es tan viejo como la sarna. Deberá amanecer antes de ver en qué va a parar el escándalo de los pinchazos a las conversaciones a los tres últimos presidentes de Francia, no vaya a suceder que termine como cuando la canciller Merkel dijo que no se debía profundizar en este tema porque se podrían dañar las buenas relaciones con los amigos norteamericanos.

El vasallaje y los tumores malignos son muy difíciles de extirpar. (O)

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