Ecuador, 01 de Junio de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Orlando Pérez, Director de El Telégrafo

La ausencia de ciertas certezas políticas ahonda las disputas

17 de agosto de 2014

La oposición política ha tomado la iniciativa, como nunca antes lo ha hecho, y no por mérito propio. Al contrario. Hay algo que desde el Gobierno abre esa oportunidad. Pero valga antes una aclaración: no es toda la oposición ni  hay unidad en ese conglomerado que ha optado por proponer una consulta popular para definir si se reforma la Constitución sobre la reelección.

Todo ello ocurre porque ciertas dudas e indefiniciones están sobre el tapete de la discusión. Por ejemplo, Rafael Correa ha dicho que solo en última instancia será candidato a la reelección. ¿Si él dijera a todo el mundo que será el aspirante de 2017 habría más tensión e incluso euforia en la oposición? Si por el contrario, manifestara su determinación de no ser la opción presidencial de su organización, ¿tendrían los opositores el mismo entusiasmo en el debate, las discusiones mediáticas y los cálculos electorales? Lo único cierto, aunque suene obvio, es que PAIS tendrá un candidato en 2017 y que como primera fuerza política definirá, de un modo u otro, el tablero electoral para ese año.

Las encuestas hablan de la posibilidad de varios escenarios si una de esas interrogantes se resuelve en esta coyuntura. De hecho, algunos precandidatos presidenciales, agrupaciones con aspiraciones de poder y analistas entusiastas por hacer sus interpretaciones, están perturbados. No pueden, tampoco están preparados, para identificar el futuro inmediato. En consecuencia, la indefinición y la ausencia de certezas en un polo de la política ahondan la incertidumbre y el desaliento para tomar las decisiones que hacen falta para imaginar ese futuro. Incluso, al interior de PAIS acontece algo parecido. Por eso se entiende -aunque no se justifica- la disputa y hasta tensión en un sector de los opositores. Todos están determinados por la decisión que tome Rafael Correa. Él se ha convertido en el catalizador. Aunque intentan, de todos los modos (las derechas y las izquierdas), adornar sus argumentos con frases trilladas como ‘hacemos esto para favorecer al pueblo’, ‘estamos por mejorar la democracia’ o ‘lo fundamental es lo que diga la gente’, en el fondo hay una gran ‘obsesión’: derrotar electoralmente a la Revolución Ciudadana, preferiblemente sin la presencia de Correa.  

De ahí que hacen falta certezas. Y la principal recae sobre el Presidente de la República. Más allá de lo que diga la Corte Constitucional, la Asamblea Nacional o la hipotética consulta popular, lo que decida Correa delinea el libreto de la disputa en el corto y mediano plazo. Incluso, en el supuesto caso de que el primer mandatario no optara por la reelección, todo el discurso y la retórica de la oposición se vendrían abajo porque no ha construido una propuesta de poder alternativo al vigente, que todavía tiene enorme popularidad.  

Contenido externo patrocinado