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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Identikit del perfecto oportunista

08 de mayo de 2014 - 00:00

Nos escriben y nos preguntan si creemos posible detectar a tiempo dentro de un movimiento revolucionario -y de la izquierda, en general- que tales o cuales dirigentes, más allá de sus encumbrados puestos, son realmente peligrosos oportunistas, que en determinadas circunstancias pueden conducir al movimiento hacia el fracaso o la derrota.

La pregunta es menos ingenua de lo que parece, pues en todas partes se presenta este fenómeno, y donde se presenta y no es combatido a tiempo causa perturbaciones y desastres en las filas de quienes impulsan un determinado proceso revolucionario. La historia mundial, latinoamericana o ecuatoriana está llena de ejemplos al respecto. Desgraciadamente, no existe una fórmula para un diagnóstico oportuno, pero se nos ocurre que podríamos recurrir a la técnica del identikit para intentar un camino. Como todos sabemos, esta es una práctica policial que consiste en ir juntando en la pantalla la mayor cantidad posible de datos respecto del personaje buscado, un supuesto (o real) delincuente o terrorista. Cabello, cejas, ojos, nariz, boca, mejillas, etc., se van dibujando hasta dar con la mayor aproximación posible, con el rostro que se persigue.

En lo que concierne al oportunista real o potencial que buscamos, podemos guiarnos por una decena de pistas para lograr el objetivo. Manos a la obra:

1) El oportunista usa generalmente discursos ampulosos pero vacíos, para no comprometerse profundamente en nada. 2) Se muestra siempre como un trepador, con ansias de ascender rápidamente en las escalas de dirección o mando. 3) En los momentos de peligro, brilla por la ausencia, pero se coloca en las primeras filas a la hora del triunfo. 4) Fomenta el amiguismo y el compadrazgo dentro de la organización, para que, llegado el caso, le sirvan de cómplices o encubridores. 5) Procura instalar familiares cercanos y confiables en puestos clave, no importa su ignorancia o falta de ideales. 6) Está siempre a la caza de beneficios personales y prebendas. 7) Ante sus jefes o superiores se muestra adulador y servil, silenciando o justificando los errores y fallas de estos. 8) Intriga contra quienes le pueden hacer sombra. 9) Boicotea planes y tareas que no le agradan o no le convienen. 10) Está siempre listo a dar un paso al costado o traicionar abiertamente si le ofrecen dinero, halagos y buenas oportunidades, lo que justifica con discursos sobre dignidad, justicia, derechos humanos, etc.

Estos no son los únicos puntos oscuros que definen al perfecto oportunista, pero pueden servir de guía a los militantes y simpatizantes de organizaciones revolucionarias o de izquierda para prevenir a tiempo el peligro de que esta enfermedad cancerosa -el oportunismo político- invada todo el organismo. Al respecto, cabe un ejercicio de calificación, según el cual podemos asegurar firmemente que los o las dirigentes que reúnen más de 5 de los 10 puntos señalados en este método de identikit político, son de hecho peligrosos oportunistas, que deben ser objeto de medidas sanitarias. Descubrirlos a tiempo es indispensable, y una vez descubiertos, aplicarles la cordial despedida que le gusta al presidente Correa: que les vaya bonito.

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