El caballero de la banca y el OPUS Dei, hoy candidato presidencial, ha planteado un desafío al primer mandatario Rafael Correa “salte a la arena electoral para darle un tunda y enterrarlo políticamente,” añadiendo que él ayudaría con su acaudalada rúbrica y la de los militantes de su grupo para que se complete el número de firmas requerido y de esta forma solicitar la consulta popular que permita la reelección.
En similares términos se pronunciaron los jefes del partido “bancario”. La iniciativa que el colectivo “Rafael Contigo siempre”, impulsa en la perspectiva constitucional para que el pueblo se pronuncie y autorice al presidente Correa, a postularse a la primera magistratura de la Nación, en los próximos comicios está en pie, y tiene cerca de 800.000 adherentes en apenas 20 días. Entonces el llamado del ungido de suscribirla no cayó en saco roto pues se confiaba que entregaría el autógrafo prometido en el domicilio partidario.
Y así, jóvenes del acuerdo ciudadano aceptaron el reto y concurrieron a los locales del bando que apoya al señor que se había obligado a firmar. Parece que la bravía emoción de él y el compromiso solemne de marcar su nombre duraron pocas horas. En el instante en que aquella juventud inteligente e íntegra concurrió tras el preciado rasgo aparecieron las declaraciones de quienes el día anterior asumieron el compromiso, negando la posibilidad de hacerlo. El argumento para la negativa fue que el pretendiente a Carondolet había ironizado sobre las palabras del presidente, es decir solo se trataba de un artificio dialéctico.
La noticia cubierta por la TV, pero con intentos de disfrazarla por un periódico local, utilizando un titular de los resultados de una encuesta aparentemente desfavorable a Correa- que no es candidato- solo fue el menguado intento de huir de las afirmaciones realizadas y de las promesas no cumplidas. Las aritméticas electorales suelen jugar malas pasadas a quienes los patrones de la indagación electoral les presentan signos amañados como válidos, cifras que los inducen al triunfalismo.
En el Ecuador tenemos varios ejemplos de estos engaños estadísticos, como por ejemplo el del empresario bananero y pertinaz aspirante a la jefatura máxima, varias veces obnubilado por falsos guarismos con sus consiguientes desilusiones y descalabros, con costos cuantiosos. Los mitos, esguinces y las expresiones fantasiosas creadas por la necesidad y necedad comicial contribuyen a crear el clima de desconfianza, que los golpistas de toda laya buscan o anhelan. Por todo ello lo menos que se les puede pedir a los pretendientes al solio presidencial es el compromiso ético de cumplir lo públicamente sostenido y reconociendo errores, si los hubiere.
Todo aquel que de veras quiere preocuparse de la suerte del Ecuador y de su gente más pobre, desde las más altas dignidades de la República, pienso que debe empezar autoevaluándose en sus potencialidades intelectuales y su propia capacidad de conducción de conglomerados sociales y, por sobre todo de la actualización de la época en que vive el mundo. La marcha de un Estado y el ejercicio del poder a favor del país, no se pueden manejar desde frías oficinas bancarias ni depender de los enclaves fácticos nacionales e internacionales para llevarlo a cabo.
La soberanía de la Patria se sustenta en el pueblo ecuatoriano que exige definición programática, que continúe el proceso de cambios, las soluciones estructurales. En definitiva, el sumak kawsay, la victoria popular de AP en febrero próximo se logrará con el sacrificio de todos en la certeza de que al electorado siempre se le dice la verdad evitando la sumisión a la irrealidad y a lo ficticio. (O)
