No encuentro el vocablo apropiado, entre otros, ridiculez, torpeza, audacia, sarcasmo, ruindad, extravagancia, extravío, con referencia a la actitud de dirigentes de la derecha, de ciertos articulistas de medios ‘independientes’ y de representantes de organizaciones y gremios que agrupan a los dueños de periódicos, radio y televisión y sus empleados al sostener al unísono que en Ecuador no hay libertad de prensa; que se debe luchar por un periodismo libre; que se bloquea la tarea investigativa de los periodistas; que se amenaza y persigue mediante la ‘ley mordaza’; mientras esos mismos dirigentes neoliberales, comentaristas, y representantes o dueños de organismos membretes se reúnen, discuten, escriben, vociferan y publican lo que les da la gana, sin restricción alguna; aun así no es fácil aplicar el término justo a ese desvío conductual. La prensa privada, al observar y comprobar que entre sus aliados, la oligarquía, la bancocracia, los industriales y la derecha reaccionaria, sus precandidatos presidenciables, no reúnen dotes de estadista y liderazgo; carecen de una límpida trayectoria en las contiendas partidistas y alejados de la realidad del medio, la región y el resto del orbe; asume -decidida y públicamente- la dirección de la campaña preelectoral , en apoyo a la oposición, frente a la promesa de Alianza PAIS de continuar con su aporte hasta terminar el proyecto político del Socialismo Siglo XXI, más allá de 2017. Como a la oposición no le ha dado resultados positivos, los golpes blandos, las trifulcas callejeras y las gestiones por la unidad; los medios comerciales vuelven a enarbolar la muletilla: ‘defensa de la libertad de expresión’ y aprovechando fechas históricas, tragedias y reuniones de amigos, reemprenden ataques mediáticos contra el régimen del Buen Vivir, simplemente con la intención de recuperar intereses, privilegios y poder, disminuidos por los cambios estructurales en la administración del Estado y la convicción de principios y firmeza del guía de la historia, Rafael Correa Delgado.
La prensa privada ha intensificado y sin tregua la guerra mediática; maneja comentarios y noticias, sin sustento, sobre la base de rumores, distorsionando los hechos y exigiendo más docilidad a sus empleados, para elogiar con amplia cobertura a los mediocres de la oposición y burlarse, sin temor de la vigente Ley de Comunicación. La SIP ahora arrecia convocando a citas políticas, a los dueños o delegados de los medios de comunicación y a unos cuantos alevosos periodistas para armar nuevas estrategias contra la Revolución Ciudadana. La Asociación de Editores de Periódicos, Fundamedios y gremios locales, obedientes a la consigna del imperio, se agregan a la guerra mediática. Hasta un oscuro vocero del llamado Reporteros sin Frontera, sin mayor explicación, cuestiona el efecto de la Ley de Comunicación, pero se olvida de que ese instrumento, en vigencia, consolida como un derecho, no solo de los periodistas, sino del ciudadano, el hombre y la mujer, en toda su universalidad.
El periodismo comercial, hace rato, dejó de servir a la colectividad por dedicarse a dar aliento a la oposición en la toma del poder político y con ello recuperar posiciones estelares, intereses y privilegios. Lamenta que hoy su actividad se sujete a las reglamentaciones que constan en la Ley Orgánica de Comunicación y, en lo esencial, los periodistas están obligados a observar respeto a la honra de las personas; evitar la publicación de hechos manipulados y comentarios injuriosos. De su lado, el medio público se ha convertido en baluarte de la democracia, respetando la opinión de todos y considerando el periodismo, no como poder, sino como actividad profesional al servicio de la humanidad. Se complementa el mensaje sabatino del presidente Rafael Correa, a manera de rendición de cuentas, para evaluar las obras del régimen, responder a las agresiones de la oposición y atender el reclamo ciudadano, en procura de mejorar la administración del Estado. (O)
