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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Golpismo a la vista

06 de agosto de 2015 - 00:00

Se ha iniciado la ‘marcha a Quito’ por parte de sectores sociales y políticos férreamente opuestos al gobierno del presidente Rafael Correa y a todo cuanto huele a Revolución Ciudadana. La marcha, el martes 4 de julio, se detuvo en Saraguro, provincia de Loja, para tomar un respiro, pernoctar y darles tiempo a los organizadores de la misma en Cuenca, prefecto Paúl Carrasco incluido, para que preparen el recibimiento local y reajusten las cargas a fin de continuar hacia la capital, donde llegarían el 13, justo para sumarse al paro nacional.

Las demandas que portan los líderes han ido en aumento y hoy anuncian 20, que seguirán creciendo conforme aumente el número de grupos interesados en arrinconar y, finalmente, tumbar al Presidente. Porque se trata de eso en el fondo. En primera instancia, ponerle contra las cuerdas por todo lo que ha hecho y dicho, con énfasis en el retiro de las enmiendas legislativas, la supresión de las sabatinas, el abandono definitivo de los proyectos de ley que gravan a los multimillonarios (no a los pobres ni a la clase media), etc., etc.

Con su larga carta de exigencias, la marcha arribará a Quito y... ¿a quién se la entregarán? No puede ser al Presidente, pues se niegan a dialogar con él porque consideran que se ha perdido años en diálogos inútiles o que se buscaron y no se dieron. ¿ A la Asamblea Nacional? No, pues, si es una asamblea de ‘borregos’ del Ejecutivo. ¿A quién? Justamente allí se encuentra la médula de estas movilizaciones: en el interés de mostrar fuerza opositora y no llegar a nada. Ello tiene el mismo sentido del anunciado ‘paro indefinido’, que al no tener un tope en punto alguno, como la aceptación total o parcial de un eventual pliego de peticiones, descubre la clara intencionalidad de procurar que el país caiga en un real vacío político, luego de lo cual puede suceder cualquier cosa, menos una salida democrática y constitucional. Las fórmulas abundan en la historia nacional: dictaduras abiertas o disfrazadas, juntas provisionales de gobierno, encargados del poder, etc., siempre con la participación de mandos militares y policiales, previa llamada y consulta a la embajada norteamericana, que escogerá los títeres de turno.

Desde luego, lo que señalamos no excusa de sus faltas al Gobierno. Lo hemos venido sosteniendo desde febrero de 2014, al día siguiente de la derrota electoral de Alianza PAIS, cuando criticamos la tesis de la reelección presidencial, lanzada por algún oportunista político, y cada vez que hemos escrito en este espacio en contra de males como el sectarismo, el burocratismo, la tolerancia frente a la corrupción administrativa y más síntomas degenerativos de la Revolución Ciudadana. Esto aunque fuera predicar en el desierto.

Por lo demás, cabe señalar que entre los integrantes de las marchas y paros concernientes, hay una considerable participación de gente democrática y honesta, lamentablemente manejada por una ultraderecha recalcitrante, una falsa izquierda radical, notorios agentes de la CIA y conspiradores a tiempo completo. En este punto, es muy elocuente lo que destacan los diarios de la oposición: entre los que sobresalieron en el arranque de la marcha en Tundayme, Zamora, se destacó el coronel César Carrión, emblemática figura del fallido golpe de Estado del 30 de septiembre, en que actuó como director del Hospital de la Policía insurreccionada. Para muestra, basta un botón. (O)

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