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El Telégrafo
Ilitch Verduga Vélez

Fundamentales victorias de la izquierda

31 de octubre de 2014

Las últimas elecciones en Bolivia, Brasil y Uruguay han mostrado la sólida estructura popular de la nueva izquierda latinoamericana, que ha vencido en esos países hermanos a sus adversarios conservadores, al populismo, los extremismos ecologistas y sus testigos de cargo, renegados del progreso social junto a la prensa mercantilista  que, con  infundios y calumnias, pretendieron asumir el rol de grandes electores. Las mayores cadenas mediáticas nacionales e internacionales montaron operativos deleznables en contra de esos gobiernos progresistas, en especial en Brasil, para impulsar al oponente de la reelecta presidenta  Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT).

Bolivia señaló el camino, la victoria inobjetable de Evo Morales en primera vuelta es la demostración palpable de que los tiempos del cinismo electorero no tienen asidero en los pueblos y que la sátira terminal de los desinformadores ha adquirido el valor de las cenizas. La innegable obra gubernativa de los gobiernos de Evo, que tiene connotaciones históricas en la evaluación real del sentir popular masivo, lo catapultaron a un nuevo período presidencial, cuyo éxito está asegurado.

El pueblo brasilero, sabio y responsable, supo diferenciar quiénes eran los verdaderos enemigos, su poderosa mentalidad analizó y respondió al proceso de desprestigio emprendido hasta el último día de la campaña por parte de los medios comprometidos con el establishment financiero político, como la revista Veja -repartida por los militantes del PSDB, en la fecha de la elección- donde se difamaba a la mandataria Rousseff y al legendario Lula da Silva, más la decisión popular a favor del proyecto revolucionario, que tiene doce años, fue el argumento vital que prevaleció.  

Los casi 54 millones de ciudadanos que votaron por las candidaturas progresistas superando al opositor Neves, con 3 millones quinientos mil sufragios, solventaron el logro de la democracia y, además, permitieron desenmascarar a los desertores extremistas del ‘todo o nada’ que, aliados a la reacción, mutaron a cómplices del neoliberalismo testimoniando ser los mayores derrotados. Como ejemplos de la debacle de estos pactos dirigenciales contra natura, estableceremos lo sucedido en Pernambuco, lugar natal del lamentablemente fallecido candidato del  socialismo, cuya dirección partidista se adhirió a la postulación socialdemócrata, allí, Dilma alcanzó el 70 por ciento de las voluntades; o el estado de Minas Gerais, donde perdió Aecio, a pesar de haber sido su Gobernador. En definitiva, los laureles son para los pobres de Brasil, triunfadores de esta jornada y paradigma de lo que debe ser la réplica legitima del conglomerado, frente a  mentiras y engaños.

En Uruguay ganó el Frente Amplio ante grupos derechistas ‘blancos y colorados’ que tiempo atrás se turnaban en el poder durante décadas, en regímenes civiles y militares. Hoy sus descendientes se lanzan a la reconquista del mando perdido para unidos ir al balotaje del 30 de noviembre próximo. Enfrentarán al seguro ganador Tabaré Vázquez, que con el 47 por ciento ya supera a la unión derechista, pues ellas juntas llegaron al 42 por ciento de votación. Las encuestas previas a esta lid electoral, que alguna prensa uruguaya y extranjera promovía, pronosticaban un triunfo estrecho en primera vuelta del frente con el 42 por ciento, al contendor blanco el 38 por ciento, pisándole los talones. Pero los datos válidos son totalmente diferentes. La izquierda ‘charrúa’ no solo que ganará la Presidencia de la República, lo hizo ya en las legislativas y tendrá mayoría parlamentaria, para ampliar el espectro participativo de la gente en aras del florecimiento de su patria. Estas victorias confirman la nueva época del avance social del continente, tras el rito de la justicia.

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