Según algunos historiadores, los orígenes de las fiestas de carnaval se remontan a las antiguas poblaciones de Sumeria y Egipto, hace más de cinco mil años. Desde allí se difundió la costumbre por Europa. Fue traída hasta América del Sur y el Caribe por los navegantes españoles y portugueses que colonizaron estas tierras a partir de 1492.
Es muy común que en carnaval se organicen fiestas de disfraces. Los discípulos de Baco deciden la indumentaria a utilizar. Unos pocos hicieron de nuestro país una fiesta permanente, un carnaval permanente… con los dineros extraídos de los bolsillos del pueblo, claro está.
Recordamos a ustedes, amables lectores, los disfraces que algunos de los ‘selectos’ invitados utilizaban en las fiestas que se organizaban en Carondelet en aquellos tiempos ‘dorados’, cuando los neoliberales gobernaban: asaltantes disfrazados de banqueros. Truhanes disfrazados de jueces. Evasores de impuestos disfrazados de empresarios. Codiciosos, de políticos. Demonios, de santos. Cuenteros, de columnistas.
Pillos, de fiscalizadores. Propietarios de papeles de la deuda externa disfrazados de benefactores. Colonizadores disfrazados de indígenas. Traidores, de patriotas. Peones internacionales disfrazados de capataces criollos. Charlatanes -con inocultable déficit neuronal- disfrazados de comentaristas. Expertos catadores disfrazados de embajadores. ¡Qué tiempos aquellos!
A partir de enero de 2007 llegaron los cambios por decisión política del pueblo. Inmediatamente, el mandante se convirtió en anfitrión. Los otrora ‘jefecitos’ se decepcionaron. Otros se irritaron. Varios están deprimidos y frustrados: ya no ordenan, no chantajean; ya no disfrutan del dinero ajeno… como antes.
En estos tiempos, los legítimos representantes del pueblo ecuatoriano han convocado a continuar construyendo la Patria Nueva. Los esfuerzos no se han detenido, no se detendrán. En efecto, sigue en marcha la estrategia para pasar de una economía primaria exportadora a otra con base en el conocimiento.
Continúa el cambio de la matriz productiva y de las catorce industrias declaradas prioritarias. Avanza el cambio de la matriz energética con la construcción simultánea de ocho centrales hidroeléctricas. Ecuador camina, con pasos seguros, de una economía de recursos finitos hacia una economía de recursos infinitos. La Revolución Ciudadana va de la mano con la Revolución del Pensamiento.
El llamado a seguir trabajando por el pueblo tendrá oídos receptivos en todos los que lo aman. Quienes asistan a la convocatoria no necesitan disfraces, máscaras. El anfitrión los conoce perfectamente.
La historia verdadera -aquella que la escribe el pueblo- se encargará de desenmascarar a los farsantes. Serán identificados y derrotados en las urnas -cuantas veces sean necesarias- por el soberano.
Las minorías y el Partido Mediático Mercantil Ecuatoriano deben comprender -de una vez por todas- que las fiestas de disfraces organizadas por sus compinches neoliberales en Carondelet, ¡se terminaron!