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El Telégrafo
Jaime Galarza Zavala

Febres-Cordero y la Restauración

04 de septiembre de 2014

Lo que tanto teme, y con razón, el presidente Correa: la Restauración Conservadora, ha comenzado. Al menos simbólicamente, con la erección del monumento a León Febres- Cordero en Guayaquil, justamente la ciudad que abatió el prolongado y nefasto régimen conservador el 5 de junio de 1895.

Un dato digno de rememorar: cuando un numeroso grupo de jóvenes insurgentes lanzó su consigna “¡Alfaro vive, carajo!”, el gobernante socialcristiano les respondió con un rugido: “¡También García Moreno vive, ch...!”, y como buen garciano, mandó decapitarlos.

Antes, en la campaña presidencial de 1982, lo más tenebroso del conservadorismo garciano formó filas detrás de su campeón. Allí estuvieron prestos y agitados los integrantes del Opus Dei, la ‘Mafia Sagrada’, como se le conoce dentro de la Iglesia. Allí, luciendo sus túnicas medievales, los integrantes de Tradición, Familia y Propiedad, auspiciados por el grupo fascista denominado Patria y Libertad, una de las bases más fuertes del sanguinario dictador Pinochet. Y con Febres- Cordero los manipuladores de las imágenes religiosas, que sacaron a las calles del puerto a la Virgen de Fátima, como una especie de jefa de la campaña electoral.

Como buen conservador garciano, recordando sin duda que García Moreno quiso convertirnos en colonia francesa, desde la Presidencia, Febres-Cordero  auspició la constitución de una base militar norteamericana en nuestra Amazonía, región de Archidona, lo que no pudo lograr debido a la protesta nacional. Posteriormente, convertido en alcalde de Guayaquil, encabezó iracundas manifestaciones en defensa de los banqueros corruptos y salteadores del bolsillo ajeno. Fernando Aspiazu y los Isaías figuraron entonces como campeones del guayaquileñismo, mientras Febres-Cordero amenazaba con una ‘marcha sobre Quito’, similar a la Marcha sobre Roma que en su hora llevara a cabo Benito Mussolini, el fundador del fascismo.

Defendiendo a los banqueros, Febres-Cordero maldijo de la Revolución Juliana de 1925, que se hizo para frenar a la gran oligarquía de Guayaquil, dueña del Banco Comercial y Agrícola, que mantenía al Estado ecuatoriano como un mendigo sentado a su puerta.

Estos son algunos datos que saltan a la memoria, y que son del caso actualizarlos, dada la amnesia colectiva en que los grandes medios sumen a las masas y, particularmente, a la juventud para facilitar la Restauración Conservadora.

Con la desgracia de que dentro del actual Gobierno y de Alianza PAIS más de uno trabaja de zapa por la Restauración Conservadora. Son verdaderos quintacolumnistas de los batallones que pretenden formar los partidos difuntos, los dirigentes insepultos y toda clase de agentes pagados o voluntarios de la CIA y el Mossad, la siniestra central del terrorismo y el espionaje de Israel, que tantos inocentes ha matado en Palestina y que en su hora apoyó fervientemente a Febres-Cordero, como lo recordaremos en estas páginas.

Menos mal que hay jóvenes y revolucionarios que no comen cuentos y que sabrán situar a León Febres-Cordero en sus mentes y sus espíritus como un monumento colosal a la antipatria.

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