La evaluación de las universidades y sus carreras constituye un remezón para ellas. Es la nueva cultura de la calidad y los procesos de su garantía. Desde luego, la democrática equidad va primero con la política de gratuidad, en la que la universidad ecuatoriana es ejemplo regional.
En medicina, con el examen de fin de carrera, los alumnos aportan con un 40% a la evaluación total de la misma. El 60% restante radica en la evaluación interna del entorno y la pertinencia (misión, visión, relación con el Sistema Nacional de Salud y el Plan Nacional del Buen Vivir, la Ley de Educación Superior, la relación con los graduados), el plan curricular (perfil de egreso y perfil profesional señalado básicamente por el Ministerio de Salud), la academia (número y características de los docentes), el ambiente institucional (de bibliotecas, laboratorios, centros de simulación), los estudiantes (su bienestar y participación, las tutorías, las becas), las prácticas preprofesionales (de internado en los hospitales), la investigación (con unidad de apoyo, comité de bioética y publicaciones), la vinculación con la sociedad (con servicios comunitarios, prácticas, educación continua, asesorías).
Es crucial el requerimiento de evidencias con documentación de respaldo de todos los procesos e indicadores, aunque su exceso cuantitativo pueda perjudicar la valoración cualitativa y no se compadezca de la diferencia del número de alumnos entre las carreras de universidades públicas (con miles de ellos) y las privadas (con decenas). Se ha insistido que la enseñanza debe girar en torno a la Atención Primaria de Salud (aunque los especialistas traten de enseñar sus experticias específicas de los hospitales de referencia) que aborda, desde la atención ambulatoria hasta la hospitalaria, en prevención, curación y rehabilitación de la salud.
El Rector de la Universidad Central (quien ha explicado el ejemplo de la Universidad de Chile que, siendo pública, solo recibe un 10% de su presupuesto como aporte del Estado, por lo que se autogestiona y cobra matrículas) ha señalado que, en Ecuador, la evaluación de medicina constituyó un proceso de aprendizaje de lado y lado, de evaluados y evaluadores, y que la responsabilidad es de todos. Expresó que “se han encendido las ideas y se movilizan las fuerzas” en torno a una nueva cultura de evaluación y aseguramiento de la calidad. Es indiscutible que la Universidad Central ha iniciado un nuevo camino de equidad y calidad, con un vigoroso liderazgo.