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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

Estrés hídrico (1)

07 de abril de 2015

La preocupación mundial existente sobre la situación crítica de los recursos hídricos se ha difundido profusamente con ocasión del Día del Agua, y definida como estrés hídrico, indicador que determina la tensión originada por la creciente demanda del agua dulce disponible en relación con la extraída para sus diversas necesidades: agrícolas, industriales y domésticas.

Se informa que la falta de agua afecta actualmente a todos los continentes: “Cerca de 1.200 millones de personas, casi una quinta parte de la población mundial, vive en áreas de escasez física de agua, mientras que 500 millones se aproximan a esta situación. Otros 1.600 millones, alrededor de un cuarto de la población mundial, se enfrentan a situaciones de escasez económica de agua, y carecen de la infraestructura necesaria para transportar el agua desde ríos y acuíferos”.

Sin embargo, instituciones internacionales de investigación de alta credibilidad informan que hay suficiente agua potable para abastecer a los 7.000 millones de personas que habitamos el planeta, pero se desperdicia al distribuirse de forma irregular, está contaminada y es gestionada insosteniblemente.

El volumen de agua que tenemos actualmente es sensiblemente similar al que tuvimos hace millones de años cuando se originó procedente de los gases de la lava expulsada de los volcanes, los cuales, por enfriamiento, quedaron gravitando en su superficie formando la atmósfera. Entre estos gases estaba el vapor de agua que por enfriamiento se condensó formando las nubes.

Las cuales por similar proceso formaron el agua líquida que se precipitó en forma de lluvia estableciéndose el ciclo hidrológico vital para la vida del planeta, cuyo volumen se mantiene constante siendo su mayor parte salada. El PNUD estima que de los 1,4 mil millones de kilómetros cúbicos de agua de la Tierra, tan solo 200.000 kilómetros cúbicos representan agua dulce disponible para el consumo humano.

El agua es un recurso cuyo caudal no cambia, mientras que la población que la necesita crece exponencialmente constituyendo su abastecimiento un problema no solamente técnico sino también de gestión.

El carácter ecuménico del uso del agua ha permitido diversos criterios de gestión de sectores tan disímiles que van desde las comunidades indígenas andinas que la consideran divina hasta las empresas transnacionales que expresan que el agua no es un derecho, que debería tener un valor de mercado y ser privatizada.

La Asamblea General de las Naciones Unidas (2010-07-28) reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. Exhortando a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros y técnicos, para propiciar la capacitación y la transferencia de tecnologías para ayudar a los países, en particular a los que están en vías de desarrollo, “a obtener agua potable y saneamiento saludable, limpio, accesible y asequible para todos”. (O)

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