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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Escombros y esperanza

06 de mayo de 2016 - 00:00

En marzo de 2016 se cumplieron cinco años de conflicto armado en Siria, tiempo en el que 4 millones de personas están intentando buscar un lugar seguro dentro de su propio país en el que quieren seguir viviendo a pesar de la guerra. Otros, alrededor de 5 millones, viven como refugiados en los países limítrofes. Aproximadamente medio millón de refugiados sirios han alcanzado la costa europea; pero más de 10.300 personas han fallecido o han sido dadas por desaparecidas en su intento de llegar, según cifras proporcionadas por Acnur. La guerra civil en Siria es uno de los conflictos más graves que vive actualmente el mundo.

La destrucción y la desolación continúan en un país que inicia su sexto año de conflicto. Han sido sesenta meses de enfrentamientos, bombardeos, violencia, secuestros y terror que han dejado una profunda huella, no solo en los edificios e infraestructura de muchos lugares del país -que han quedado en escombros- sino, y sobre todo, en los civiles sirios. Ciudades como Homs, Alepo, Palmira, hoy están destrozadas.    

En territorio sirio, la violencia generalizada ha seguido vaciando pueblos y ciudades. Actualmente, 4 millones de civiles han tenido que abandonar sus hogares y desplazarse dentro de Siria de un lugar a otro, a medida que la guerra ha llegado a las puertas de sus casas. Fuera de Siria, en los países limítrofes, la desesperanza empieza a hacer mella en los 5 millones de sirios que han huido del país. Millones de sirios que viven en el exilio han visto agotarse sus pocos ahorros y se han quedado sin recursos para sobrevivir. Cinco años después, en cualquiera de los puntos donde los sirios han huido en busca de refugio, hay miles de historias que relatan los horrores vividos en medio de la guerra.

Hussam, es un joven sirio de 16 años que vive en el campo de refugiados de Azraq, en Jordania. Su aspecto es como el de cualquier muchacho de su edad; sin embargo, su vida ha sido muy diferente. Su colegio fue bombardeado mientras se encontraba en su aula de clases. Afortunadamente salió ileso; pero no todos tuvieron la misma suerte. “Mi mejor amigo murió”, cuenta mientras comienza a llorar desconsoladamente. Este episodio fue el detonante para que la familia de Hussam abandonara Siria. Actualmente vive con su madre y un hermano en este campo de refugiados. Su hermano mayor está en Turquía intentando acceder a la universidad y sus otras dos hermanas continúan en Siria. Por otro lado, su padre y otro de sus hermanos están en Alemania. Es el caso típico de la familia fraccionada.

“Quiero ir a la universidad para ser ingeniero”, dice con una mezcla de esperanza y nostalgia. Sabe que su situación es muy complicada; no obstante, Hussam no pierde la ilusión de llegar a ser ingeniero porque, asegura, “necesitaremos muchos ingenieros para reconstruir Siria”.

En determinadas ocasiones, la fuerza de la naturaleza reduce las ciudades a escombros. En otras, la propia mano del hombre es la que causa destrozos y sufrimiento.

Cuando concluya la guerra, toda una generación de niños y jóvenes colaborará con Hussam en su noble empeño de reconstruir la República Democrática, Popular y Socialista de Siria. (O)

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