La mortalidad infantil por hambre y desnutrición crónica en la Guajira colombiana es un caso patético de violencia institucionalizada, secreto a voces desde hace décadas, ahora devenido en escándalo, sin que el Estado haya tomado acción contundente definitiva.
Irónico, estando ad portas de la firma de la paz en La Habana, habida cuenta de que el conflicto se generó como enfrentamiento de las guerrillas contra la violencia institucionalizada, que se pretendía acabar por medio de las armas, ante la imposibilidad de que las clases dominantes se comprometieran a reformas estructurales. Vano intento. Violencia genera más violencia.
Desde un principio, hacia fines de los años 60, se destaparía el genocidio de los indígenas guahibos de la región de Planas, departamento del Meta, en un contexto de capitalismo salvaje. El mapa de su hábitat correspondía al que había en el Ministerio de Minas y Petróleos del territorio que se entregaría a una trasnacional petrolera. Lo denuncié en ‘Planas, las contradicciones del capitalismo’ 1971. Existía el término guahibear, deporte inhumano de cacería de indios, que practicaban hijos de papi con sus avionetas. Y ahora, cuando las FARC se preparan para dejar las armas, estalla el escándalo: ‘El exterminio de una raza en la Guajira’, denuncia que hace el periodista colombiano Pirry en su documental .
Es de esperar que el Estado ponga en marcha una solución integral, que dé credibilidad a la paz con justicia que busca.
Tres causas principales explican que, a estas alturas del desarrollo de Colombia, ocurran hechos tan brutales, violatorios de derechos fundamentales.
1.- La corrupción institucionalizada, que llega a extremos en la Guajira, departamento con multimillonarias regalías, principalmente por el Cerrejón, la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo, y con recursos del petróleo, salinas, pesca. Además, la Guajira es un destino turístico importante por la valiosa cultura wayúu, de donde salen para el mundo preciosas artesanías y tejidos, que muchas veces los artesanos se ven obligados a vender a precios ínfimos, que les ofrecen intermediarios inescrupulosos. La corrupción explica que en las rancherías wayúu no haya escuelas, acueducto, suministro de medicinas, comida. Nada puede aducirse como excusa de que allí mueran por desnutrición y hambruna hasta tres niños de una misma madre, cerca de 3.000 niños de 0 a 5 años fallecidos por desnutrición severa entre 2008 y 2013 y 200 muertes infantiles en los últimos dos meses. Conste que por peculado de apropiación en un proceso de contratación, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia acaba de condenar a dos exgobernadores del departamento de la Guajira.
2.- La burocracia. Pirry documenta una cadena de irresponsabilidades, una entidad le echa la culpa a la otra, y no se organiza un plan integral que tome el toro por los cuernos.
3.- El gran contrabando de cuello blanco y el saqueo de las trasnacionales que se apoderan de las tierras productivas y de las fuentes hídricas.
¿Para cuándo las soluciones estructurales integrales? (O)