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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Empoderamiento ciudadano

01 de junio de 2015 - 00:00

Si algo de positivo tiene la arremetida neoliberal es que los ciudadanos, que buscan que los procesos de transformación avancen, están demandados a involucrarse activamente en la política. Esta activación va más allá del tradicional activismo coyuntural centrado en intereses puntuales. La activación ciudadana debe tener como horizonte una visión integral de lo que el futuro nos debe deparar como sociedad, es decir, no podemos dejar que el futuro sea un conjunto de posibles, potenciales, de deseos, sino que debe ser el producto de la construcción planificada en el presente.

El empoderamiento no debe situarse en el mercado o en el Estado, sería un craso error. El empoderamiento debe centrarse en la sociedad, en sus ciudadanos. Fácil de decir y muy complejo de hacer. No solo se requiere de voluntad, sino de una conciencia continua y crítica para identificar los errores y los aciertos. Un proyecto político revolucionario siempre está en disputa interna y externa. Esto es saludable porque es el indicador de que se están tocando los puntos clave de la dominación. Si alguien cree que el neoliberalismo fue derrotado, padece de ingenuidad política. El neoliberalismo se ha diversificado en sus modos de actuar. No solo se escenifica en ciertos medios privados, sino en las prácticas abiertas de la banca tradicional, de sectores de importadores e incluso en sectores religiosos y académicos.

La única vía de asegurarse de que el neoliberalismo no regrese es que la sociedad se organice, se alfabetice políticamente y se movilice con fuerza. Es necesario recuperar las disputas históricas para avanzar en la transición en el modelo de desarrollo. Hemos visto cómo dirigencias que se definen como de izquierda se han enrolado con la peor de las derechas. Lo que parecía imposible ha sucedido.

Se han vendido al mejor postor. Es un abandono de los principios y valores de la izquierda histórica. Es una gran lección dialéctica de que eso de que se ‘es’ de izquierda es un error de concepción. Una naturalización peligrosa. Solo se puede ‘estar’ en la izquierda. Y para permanecer es vital principios ideológicos claros y precisos, pero sobre todo crítica a toda forma de poder. No basta estar en el gobierno, sino estar en sociedad. Estar en las organizaciones sociales y políticas.

Hoy más que nunca el país requiere una profunda politización para salir de ciertas prácticas banales de la mediatización política de las élites. Requerimos más democracia radical. Necesitamos tocar las fibras de las prácticas capitalistas. Denunciar sus patologías de la alienación y toda forma de oportunismo y envanecimiento. No existe proceso perfecto y puro; y esto es bueno porque demuestra el carácter humanista de una revolución.

El neoliberalismo es antihumanista, aunque se persigne y rece cada mañana y al mediodía se enriquezca a costa de las mayorías. No podemos ser ingenuos y creer que solo basta ganar elecciones. Es vital ganarlas, pero no es suficiente para alcanzar el consenso y el pacto social requerido para enfrentar los boicots permanentes.

Los ciudadanos deben empoderarse y definir el futuro de la nación. No debemos maquillar al capitalismo ni darle rostro humano. El socialismo sigue siendo la opción liberadora para los oprimidos. (O)

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