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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Emir Sader y los intelectuales latinoamericanos

14 de enero de 2017

En nuestros pueblos la voz de los intelectuales tiene alta resonancia, en los casos en los cuales uno o varios de ellos se convierten en la conciencia crítica de la nación. Juan Montalvo, entre nosotros, mereció ese alto honor, igual que Mariátegui en Perú; en Italia, Gramsci; Sartre en Francia;  en EE.UU. de hoy, Noam Chomsky; y muchos otros en diversos momentos históricos. Tuvieron en común, según mi criterio, el respaldo de su vida y obra en defensa de los mejores intereses populares y humanos en general.

A esa estirpe pertenece el brasileño de origen libanés Emir Sader. Sociólogo y politólogo, es colaborador frecuente de EL TELÉGRAFO y su pensamiento es ampliamente conocido. Doctor en  Ciencias Políticas, dirige el Laboratorio de Política Pública de la Universidad de Río de Janeiro y es Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Ha escrito una treintena de obras. Colabora con revistas y prensa  internacionales y es uno de los organizadores del Foro Social Mundial.

Desde su posición de intelectual comprometido -que asume con responsabilidad- ha dirigido un llamado a escritores e investigadores latinoamericanos en referencia a una comunicación suscrita por algunos de ellos contra el gobierno de la Revolución Ciudadana. Sader, que vive la situación de un país en el que se consumó un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Dilma Rousseff, hace precisiones urgentes ante el proceso eleccionario que se avecina en nuestro país.

Reclama de los intelectuales comprensión ante las cuestiones fundamentales que están en juego: el retorno de la reacción, que muestra en Brasil y Argentina su verdadero rostro. Con el pretexto de una cruzada contra la corrupción -achacada solo a los gobiernos anteriores-, quienes ejercen el mando -a pesar de un historial dudoso en ese ámbito- desmantelan las conquistas sociales logradas trabajosamente en la primera década del siglo, al tiempo que destrozan los procesos integracionistas que fueron bandera de dignidad y única alternativa latinoamericana para iniciar el camino al desarrollo.

El neoliberalismo entró de la mano de Temer y Macri y a su ascenso no fueron ajenos recelos y mezquindades de segmentos de izquierda, especialmente contra el PT brasileño. Hubo y hay una incomprensión dice Sader, para quien la posición crítica de ciertos sectores supuestamente de avanzada, “…solo puede ser resultado de la concepción equivocada de la ultraizquierda, según la cual hay que aliarse a quien sea para que esas fuerzas pudieran tener alguna posibilidad  en el campo político. Una posición aventurera. Basta mirar Argentina y Brasil…”. Pide a los intelectuales “…no dejarse llevar por demandas sectoriales; (…) deben saber subordinar esos temas al tema más grande que define el futuro de nuestros países…”.

Concluye con una sentencia que debería llamar a meditación a quienes se consideran progresistas, so pena de convertirse en cómplices de la derecha más retardataria: “… Ser de izquierda es sumarse hoy a las fuerzas que resisten a la restauración conservadora…”. (O)

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