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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

El socialismo del buen vivir

12 de mayo de 2014

“Las transformaciones no solamente se resuelven desde lo técnico, sino y sobre todo desde la política” (p.45). Así se afirma con solvencia en el Plan de Gobierno de la Revolución Ciudadana 2013-2017. Sin embargo, aún persiste desde ciertos sectores tecnocráticos en que la cosa pública es eminentemente técnica; una visión exclusivamente operativa, casta y pura, cuando en realidad, aquella construcción social es eminentemente política.

El avanzar hacia un socialismo del buen vivir implica un grado de conciencia histórica de lo que somos como país; de sus inequidades estructurales y falencias sistémicas. El socialismo del buen vivir no es ilusión simplista, sino una utopía de la complejidad; no la contemplación de un futuro que nunca llegará sino de un presente que exige urgentemente organización social, popular, ciudadana para hacer de lo alcanzado un punto irreversible.

El socialismo del buen vivir tiene un horizonte claro: desmantelar el Estado burgués. Sí, eso es lo que se propone y vaya que la izquierda demagógica le tiene miedo a este objetivo, ya que se quedaría sin su opuesto discursivo: ser la eterna oposición…Acabar con el Estado burgués es un imperativo ya que este Estado es expresión fiel de todas las formas y modos de la opresión, de la inequidad, de la injusticia, de la extrema pobreza, como también responsable de las estructuras mentales de pensamiento.

El socialismo del buen vivir reclama un Estado popular donde el trabajo ya no es mero factor de producción, sino el eje, el pivote desde el cual se reconfigura permanentemente la sociedad. Es por eso que el socialismo se construye por transformaciones y no por solo reformas, ya que cuestiona el patrón de acumulación hegemónico; disloca la lógica de la dominación del mercado. Pero para alcanzarlo se requiere una ciudadanía, una sociedad activa, comunidades comprometidas y no meramente espectadoras. El Estado neoliberal es un fracaso rotundo, pero la solución tampoco es el retorno del Estado liberal del cual salió el primero.

El socialismo del buen vivir reclama una visión integral de la justicia en todas sus formas que impulsen sistémicamente la emancipación social para que la persona pueda hacer de sí misma un fin mayor colectivamente; no aquella fantasía, incomprobable de la realización intimista cuando bien está atada, maniatada a la lógica del ingreso monetario y el consumo crediticio. Por eso el socialismo exige corresponsabilidad y solidaridad para terminar con un modo de vida centrado en la acumulación privada de capitales: cultural, social, económico, político, etc.

La democratización de los medios de producción es un indicador que puede dar cuenta de cuánto avanzamos en ese objetivo. Necesitamos más organización, más política y equilibrio técnico para demostrar la condición cualitativamente superior del socialismo.   

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