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El Telégrafo
Fander Falconí

El francotirador

04 de marzo de 2015

¿Objetivos selectivos?¿Muertes selectivas? El francotirador (American Sniper) es una película norteamericana dirigida por Clint Eastwood. El argumento está basado en la vida de Christopher Kyle, un miembro de la Marina norteamericana, interpretado por el actor Bradley Cooper. Kyle mató con su rifle de alta tecnología a cerca de 160 ‘objetivos’ durante la guerra de Irak.

El filme ha generado un amplio debate político, en forma independiente a sus virtudes o desaciertos artísticos. No es una novedad: la política es inseparable de Hollywood. Rambo era la favorita del republicano Ronald Reagan. Figuras prominentes del stablishment político y de la industria del cine presionaban para que El francotirador reciba el Oscar 2015 a la mejor película, con el argumento de que retrata la vida de un héroe verdadero. Para otros, la película era un panfleto para justificar acciones guerreristas.

Las acciones colectivas e individuales relacionadas con el intervencionismo en Irak, y sus terribles secuelas, no me parecen de ninguna manera actos de heroísmo. Kyle fue uno de los miles de soldados destinados a usurpar un país extranjero.

Estados Unidos provocó dos guerras en Irak. La primera de ellas, en 1991, se justificó por la invasión a Kuwait perpetrada por Saddam Hussein.

En 2003, época de la historia de Kyle, los halcones norteamericanos volvieron a articular el derrocamiento de un líder regional, que les significaba un obstáculo para sus negocios en el Medio Oriente. Las reservas petroleras en Irak son las quintas más importantes del planeta, tras las de Venezuela, Arabia Saudita, Canadá e Irán. La nueva invasión fue avalada por la existencia de ‘armas de destrucción masiva’ y por ‘el combate al terrorismo’. La Casa Blanca reconoció que dicha premisa no fue verdadera.

La retirada de las tropas estadounidenses finalizó en 2011. Los problemas continuaron en un país con heridas mal curadas: atentados y miles de muertos civiles. En el norte de Irak, al presente, opera un grupo yihadista violento y radical con la pretensión de construir un estado islámico (ojo que no representa a la civilización islámica en su conjunto).

Los yihadistas del Estado Islámico han sido contenidos, con la venia del gobierno de Bagdad, con bombardeos de la aviación estadounidense. Es curiosa la fraseología de guerra para esta nueva intervención: ‘ataques selectivos’, ‘esfuerzo humanitario’. Una intervención militar es un acto violento. Las guerras no son asépticas.

En Irak, en la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates, en la antigua Mesopotamia, nació la civilización. Ahí surgió la escritura. Hoy parece una zona de barbarie e intolerancia. El conflicto en Irak se riega como pólvora en los países vecinos. Siria es otro sitio explosivo.

En la vida real, Kyle y su amigo Chad Littlefield fueron asesinados por otro miembro del Ejército norteamericano, Eddie Routh -también destinado a la guerra de Irak-, en febrero de 2013. “Recogía del mar cientos de cuerpos de hombres, mujeres y niños que luego se tiraban en fosas comunes”, declaró su padre. Routh padecía de estrés postraumático. Otra de las consecuencias de una guerra absurda… igual a todas.

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