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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

El desafío de la Universidad de Guayaquil (1)

03 de mayo de 2014

La Universidad de Guayaquil ha sido evaluada y clasificada con la calificación D, descendiendo de la ubicación B donde se encontraba, ubicándose en una encrucijada histórica: transformarse totalmente y ponerse a la vanguardia de las instituciones de educación superior del país, de acuerdo a las exigencias de la sociedad del conocimiento y de la nueva etapa que comienza a vivir la humanidad, o desaparecer. No existen puntos intermedios.

Parafraseando a Shakespeare, el dilema es “ser una verdadera universidad o dejar de ser”. Ya no debe existir caricaturas de universidad que funcionen en un garaje o que cuenten con todos los elementos de la infraestructura física, profesores y estudiantes, pero carezcan del espíritu universitario, es decir, tener la conciencia, la investigación y formación de profesionales en los más altos niveles y poner esos conocimientos al servicio de la transformación del país.

Universidad tiene que ver con universitas, universalidad, con la investigación del todo, del conjunto de la humanidad, la naturaleza y el universo. No se puede llamar universidad donde se repiten informaciones anacrónicas y se forman profesionales mediocres, sin vocación, es decir, sin amor por el trabajo, entregados a la rutina y casi ausencia de investigación seria.

La problemática universitaria ecuatoriana atravesó dos momentos de extraordinaria importancia. El primero fue visualizado genialmente por Gabriel García Moreno, cuando intentó superar la universidad feudal, centrada en la cultura religiosa y burocrática de inspiración napoleónica, por una universidad centrada en la investigación e inspirada en la universidad de Berlín, mentalizada por Guillermo Humboldt, hermano de Alejandro, el naturalista. El enfoque de la universidad de Berlín, que posteriormente se la llamó hasta el presente como Universidad de Humboldt, enfocada a la enseñanza y la investigación, sirvió de modelo durante el siglo XIX a instituciones como la Universidad Johns Hopkins (primera dedicada a la investigación en Estados Unidos) y otras muchas, como la Universidad de Harvard, la de Duke o la Universidad de Cornell.

Gabriel García Moreno creó la Universidad Politécnica Nacional en 1869 y con su muerte se paralizó la intención de que la universidad ecuatoriana adquiriera el espíritu investigativo, siendo en este momento su punto más débil, al encontrarse muy alejada de los parámetros internacionales. Es en la investigación donde la universidad ecuatoriana, y en particular la de Guayaquil, en una forma acelerada y excelente, debe centrar los esfuerzos para servir mejor al Ecuador, América Latina y el Caribe, como parte del cambio de era de la humanidad. No es suficiente que la universidad forme profesionales, así fueran de buena calidad.

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