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El Telégrafo
César Hermida

El cine ecuatoriano

24 de octubre de 2015

Acaba de estrenarse la recomendable película Vengo volviendo, sobre la migración rural del Azuay. Tiene la participación de actores locales de sus cantones. Es la migración que viene de regreso, de allí su nombre. 

Lo nuevo es la iniciativa de trabajar en colectivo con las/os muchachas/os seleccionados en un taller de capacitación que finalmente ha consolidado un grupo solvente que produce la película. Todo esto con el respaldo institucional nacional y local. Con un buen guión, una dirección bien lograda, una producción artística de calidad, una gran fotografía, música local, una edición impecable y las mencionadas satisfactorias actuaciones, la película logra emocionar a los espectadores.

Hace pocos días en Quito, como parte de las actividades de la exitosa Cátedra de Cultura Universal de la Universidad Central, se realizó un panel sobre el cine ecuatoriano, con la presencia de Juan Martín Cueva, director del Consejo Nacional de Cine, la cineasta Tania Hermida, la productora Isabel Carrasco y la crítica de cine y directora de Flacsocine Paulina Simon Torres.

Se concluyó que en 10 años el cine ecuatoriano había cambiado desde un escenario rudimentario hasta una nueva situación con Ley de Cine (que debe actualizarse), con apoyo económico institucional, una gran variedad de películas (entre excelentes, muy buenas, buenas y otras no tanto), con directores, guionistas, productores, fotógrafos, músicos, actores, sonidistas y otros profesionales con los cuales es posible continuar estos empeños. Pero que no había suficientes espectadores.

Con La Tigra, Ratas, ratones y rateros, Qué tan lejos, En el nombre de la hija y muchas otras magníficas cintas de ficción, Con mi corazón en Yambo, La muerte de Roldós y otras trascendentes en el campo del documental (para solo mencionar algunas y evitar injustos olvidos), el cine ecuatoriano ha logrado ocupar un sitio respetable dentro y fuera del país.

La publicidad genera estereotipos como el modelo Disney para los niños y el de violencia, sangre, sexo y drogas para los adultos.  Modelos que corresponden al mundo de Hollywood con el que el mercado crea esas necesidades en los consumidores para la satisfacción de sus ganancias.

El cine ecuatoriano va tomando su propia personalidad. Con calidad habrá más apoyo institucional y las salas comerciales de Quito, como el Ocho y medio, Flacsocine, la Casa de la Cultura, pasarán las películas nacionales. La película Vengo volviendo contribuye, con calidad, a esta nueva realidad del cine ecuatoriano. (O)

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