En la película Chocolat se relata cómo una migrante estableció una tienda de chocolate, en una campiña francesa, deleitando a todo un pueblo. El domingo, recordando el filme, desayuné chocolate, frutas, muchín de yuca y fruta de pan. Rallé una barra de chocolate (amargo, concentración 100%) disfrutando del aroma que emitía, herví la leche, agregue el chocolate rallado y canela, bebiéndolo lentamente, disfrutando su exquisito sabor y olor resultado de nuestro cacao fino y de aroma.
Compré las barras de chocolate (marca Pepa de Oro de Vinces) en la feria Aromas del Ecuador del Café, Cacao y Chocolate, celebrada en 2013, organizada por ProEcuador. En los stands expusieron otros fabricantes ecuatorianos como Freshcosta (chocoe), Chchulululu (chocolate bar), El Quetzal (barras y otras), Chokolat, Vitrina Gourmet, Maquita, etc. que elaboran una variedad de chocolates con sabor a frutas, a hierbas aromáticas, amargo, tipo gourmet, miel de cacao, salsa de barbeque, etc.
Muchos de ellos, de carácter orgánico, tienen como materia prima cacao fino y de aroma. Varias de estas empresas son de organizaciones indígenas, artesanales, privadas, e incluso haciendas de provincias de la Costa (Guayas), Sierra y Oriente. Además expusieron fábricas de derivados de cacao: licor, polvo, manteca y torta; asociaciones de productores, Magap e Iniap.
El año pasado, para comparar la calidad del chocolate ecuatoriano, compré en farmacias, supermercados, tiendas de ropa, etc. de Nueva York, algunas tabletas de chocolate americano negro o amargo de marca Ghirardelli (concentración 86%), Lindt (85%) y suizo Our Finest-Notre Excellence (85%); y, en el país, de las marcas ecuatorianas de chocolate negro o amargo Pacari (100%, premiada internacionalmente), Hoja Verde (80%, premio en Alemania) y Caoni (77%), que expusieron en la Feria, probando todas, quedando gratamente sorprendido por la igual o mejor calidad de nuestro chocolate en cuanto a sabor, aroma y textura. Estas marcas nacionales abrieron un nicho de mercado externo para el chocolate.
Tenemos el mejor cacao fino y de aroma del planeta, somos el mayor exportador mundial, pero no lo aprovechamos integralmente. Lo vendemos al exterior, en su mayor parte, en grano y nos los regresan como chocolate fino (ej. suizo o belga). Eso es como exportar banano e importar compota. Si le agregamos valor, generaría más empleo y demanda de insumos nacionales. Una empresa ecuatoriana realizó una alianza con una francesa para producir chocolate de repostería para exportar.
Un ecuatoriano estableció una empresa para producir bebida de cacao para exportación. Si procesamos el cacao (u otras materias primas y sustituimos importaciones), podemos desarrollar agroindustria especializada, convertirnos en una especie de Chocolate Republic que industrialice el cacao fino y de aroma (y otros productos) para exportar más, con dicho nicho.
Debería realizarse una campaña nacional e internacional invitando a probar este alimento de los dioses, como lo señalé en setiembre de 2013.